SANTO DOMINGO.- El impacto de la COVID-19 es solo un ejemplo de la necesidad de prevención. Si el país y el mundo, así como el sector empresarial no se preparan para mitigar posibles daños por desastres naturales, las pérdidas de vidas y el costo económico podrían ser severos.

“Los efectos de la inacción pueden ser menores, pero mayores si el país no está preparado como ocurrió con la pandemia, que ni alcohol había, los más vulnerables son quienes la pasan peor, entonces hay que invertir en prevención”.

La reflexión es de María Alicia Urbaneja, directora ejecutiva de la Red Nacional de Apoyo Empresarial a la Protección Ambiental, a propósito del Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres, el 13 de octubre.

La ejecutiva pone en contexto la importancia de conocer los riesgos de los ciclones, inundación, sequía o terremotos, igual que tener la precaución de fortalecer la gobernanza para el manejo de las acciones para contrarrestar el riesgo e invertir para crear resiliencia.

“Un documento de Naciones Unidas que se firmó en Sendai, habla del marco o acciones a tomar”, comentó Urbaneja tras destacar el papel que pueden jugar las empresa a través de un plan y manejo del personal y dificultades que borden su entorno laboral y posibles fallas que les afectarían.

Como punto focal para darle curso en el país al capítulo a las propuestas de la Alianza del Sector Privado para Sociedades Resilientes ante Desastres, iniciativa de Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres, Urbaneja insistió en el interés de trabajar a nivel empresarial y desde el Estado para dar respuestas a los desastres.

Se trata de evaluar riesgos, si empleados viven en zonas vulnerables… cómo actuar antes, ya que los desastres serán peores y hay que prepararse para salvar vida y promever la resiliencia tal como lo hacen las empresas que liderea, ARISE, Universal y Corporación Minera Dominicana a fin de unirse a las iniciativas mundial para la sostenibilidad ambiental.