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Gestión temas haitiano e inseguridad requieren de capacidad

Luis Garcia Por Luis Garcia
Periodista Luis García
📷 Periodista Luis García

En la cotidianidad de República Dominicana, el establecimiento de una clara política migratoria frente Haití, que le garantice la seguridad fronteriza, y la reducción de los niveles de inseguridad ciudadana, se perfilan como dos temas a priorizar a corto y mediano plazo por las autoridades gubernamentales.

Ambos casos demandan de agudeza y eficiencia en la gestión gubernamental, dada la complejidad que implica su manejo en un mundo convulso en el que las grandes potencias sólo ponen atención a las situaciones que atañen a sus intereses geopolíticos.

Los esfuerzos del Gobierno en el establecimiento de un Plan Nacional de Seguridad Ciudadana no han arrojado resultados positivos en los últimos cinco años. Cada día garantizar la seguridad ciudadana parece más difícil en las demarcaciones más densamente pobladas y de menores ingresos económicos.

El masivo operativo policial y militar de toma del barrio Capotillo, en el Distrito Nacional, constituye una muestra evidente de la magnitud de la problemática de carácter social.

La administración que encabeza el presidente Luis Abinader ha corrido con mejor suerte respecto al tema haitiano, tras lograr el involucramiento de los expresidentes Hipólito Mejía, Leonel Fernández y Danilo Medina. La incorporación de estos líderes nacionales aporta valor para mejorar la percepción de República Dominicana ante el mundo, desde cuya perspectiva ve a una República de Haití víctima de sus vecinos.

Muchos consideran que al Gobierno le ha faltado capacidad para gestionar los principales problemas nacionales. El difícil arte de gobernar a una nación en el mundo de hoy requiere de las autoridades un ejercicio basado en la capacidad y la ética para la implementación de políticas públicas que proporcionen bienestar colectivo.

El instinto, la improvisación y la conducción estatal en función de por dónde se dirigen las olas de las redes sociales y los medios de comunicación en el día a día no son opciones adecuadas para garantizar mejoras en las condiciones materiales de vida de la población.

El buen gobierno se planifica con eficiencia y eficacia; el azar no produce dividendos, mucho menos la saturación con narrativas de una bonanza que colide con la realidad.

Hay que contar con técnicos cualificados que diseñen y ejecuten iniciativas que proyecten futuros promisorios, que sean capaces de afrontar exitosamente las crisis, al margen de que sean exógenas o endógenas. En estos tiempos no hay espacios para los funcionarios kakistocráticos, es decir, inexpertos e incapaces.

Además, de los conocimientos, destrezas y habilidades de los gobernantes de esta época, otro elemento indispensable lo constituye el aspecto ético. Esto, porque la axiología, como rama de la filosofía y auxiliar de la ética, juega un rol importante en el ejercicio de la opinión pública, en virtud de su vinculación con las estructuras de los valores y los juicios valorativos.

Conforme al idealismo kantiano, los contenidos que se viertan en los medios de comunicación de masas deberían siempre corresponderse con la verdad de los hechos.

El país requiere con urgencia disminuir las desigualdades sociales y formular propuestas e iniciativas de solución a problemas prioritarios de la vida cotidiana, donde los valores y el comportamiento ético sean parte trascendentes para el logro de una mejor calidad de vida.

La toma de decisiones de forma improvisada, sin un método riguroso para evaluar riesgos e impactos, incrementan las probabilidades de que los problemas se agraven y dar paso a crisis de gobernabilidad.

La esperanza está en que, al margen de los demás desafíos nacionales, en lo adelante se puedan gestionar adecuadamente los temas de la política migratoria frente Haití y de la inseguridad ciudadana.

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Luis García

Periodista, catedrático universitario.

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