En la República Dominicana contemporánea varias generaciones han sido defraudadas por la gran mayoría de los gobiernos que hemos tenido, y particularmente, por el ejercicio desde la dirección del Estado del Dr. Leonel Fernández y el Lic. Danilo Medina.
Y no porque no iniciaran ni concluyeran la obra de Liberación Nacional de los Trinitarios, que hubiera sido mucho pedirles, sino porque en sus gobiernos no avanzó la disminución de la desigualdad social, no avanzó el bienestar de las mayorías populares y porque no se produjo el adecentamiento de la sociedad, extirpando la corrupción administrativa, pública y privada.
Es muy probable que cuando Leonel Fernández salió de la populosa Villa Juana, y Danilo Medina vino a la capital desde su natal Arroyo Cano, y se integraron al Partido de la Liberación Dominicana (PLD), en el período más avanzado del profesor Bosch, estuvieran llenos de ideales. Pero una vez se hicieron presidentes de la República, quedaron atrapados por los sobrecogedores intereses de los grandes grupos de poder y por sus intereses propios.
Servir a estos intereses no parecía significarles grandes problemas. El problema comenzó cuando ambos, en periodos distintos, se hicieron adictos a las mieles del poder y se plantaron la continuidad.
Luego de tres períodos en la Presidencia, Leonel Fernández intentó en el 2012 la continuidad, impidiéndoselo una fuerte oposición de la opinión pública y del propio Danilo Medina.
El expresidente Medina Sánchez trató, por su lado, de modificar la Constitución para viabilizar su reelección. No importó que antes de su primera elección como presidente señalara que si era elegido solo ejercería sus cuatro años, y luego se retiraría para su casa. Lo ocurrido después todo el mundo lo sabe.
Y aunque el derecho a desmentirse lo podemos aceptar, no se puede permitir utilizar malas artes para lograr un propósito. En el camino para lograr la reelección los expresidentes Fernández y Medina Sánchez tuvieron uno al otro como principales confrontadores.
En esa confrontación se manifestaron enconadas pasiones y malquerencias, las cuáles se evidenciaron en las intervenciones de ambos, en ocasión de la renuncia de Leonel del PLD.
La división desencadenada en el PLD y sus consecuencias, son una gran lección política para los peledeístas, y principalmente, para los que asumieron un seguidismo arribista. También para los que por tener mentes genuflexas hicieron silencio.
Danilo Medina dijo en una ocasión que su mayor deseo era que al terminar su gestión los ciudadanos pudieran mirarlo a los ojos tranquilamente.
Esto no será posible, porque aunque hubo acciones positivas en sus gobiernos, el peso de las negativas fue mayor. Su gestión dio lugar a la era de la mayor descomposición ético-moral que hemos vivido, de la mayor corrupción administrativa, de los irritantes privilegios, de la impunidad, de la desinstitucionalización.
En sus gobiernos hubo luces, pero sobre todo muchas y tupidas sombras.