Gemma-Louise Quinton fue diagnosticada con cáncer de cuello uterino, cuando tenía apenas 24 años.
Como resultado de la radioterapia y quimioterapia que recibió quedó infértil, y ahora le parece complicado retomar su vida sexual.
La joven contó cómo es vivir con las consecuencias de esta enfermedad a la periodista Jo Deahl, de BBC Radio 5.
«Escuchar las palabras ‘lo lamento, Gemma, tienes cáncer de cuello uterino’ fue lo más espantoso de mi vida. Estaba segura de que moriría y de que dejaría a mi hijo de dos años sin mamá.
Las intensas radioterapias y quimioterapias me permitieron vencer al cáncer, pero me dejaron estéril.
La infertilidad es algo con lo que tengo que vivir todos los días por el resto de mi vida, y me siento menos que una «verdadera» mujer a causa de ello.
No extraño tener períodos menstruales. Estoy feliz de haberme despedido de los cólicos y el sangrado.
Pero a veces, cuando salgo de noche con mis amigas y estamos en el tocador maquillándonos, si alguien dice ‘estoy con mi periodo, es tan incómodo’, siento que me golpea.
No puedo identificarme con ellas o participar en la charla femenina.
Cambios de humor
Nada te prepara para la montaña rusa de atravesar la menopausia a los 24 años.
Los terribles sudores, los cambios de humor y la ansiedad que vienen con el proceso no son divertidos.
Tenía que esconder mis parches de sudor cuando estaba con otra gente. Estaba tan temperamental que terminé la relación con mi novio al menos 10 veces (ya no estamos juntos).
Ahora tengo 27 y no me siento tan mujer debido que mi cuerpo no funciona como solía hacerlo.
Uno de los efectos secundarios de la menopausia es que mi vagina puede quedarse muy seca, lo que hace que la idea de tener sexo con una nueva persona sea seriamente intimidante.
Siento que el cáncer me ha quitado la feminidad.
Inseguridad
Tener citas es complicado. ¿Y si un posible novio piensa que no soy una mujer de verdad? ¿Es mi inseguridad sobre mi cuerpo desalentadora?
No hace mucho, salí con un chico que había conocido una noche y empecé a entrar en pánico antes de ir a encontrarme con él. ¿Sería injusto salir con alguien que un día podría querer una familia, si no puedo darle eso?
No sabía si debía mencionarlo, o si eso lo haría salir corriendo. Le pregunté si se veía a sí mismo con más hijos, y, para mi alivio, me dijo que estaba feliz con el único que tenía.
Pero no pidió una segunda cita. Quizás se desanimó por todo el «equipaje» que yo llevaba.
Tal vez también pudo ser por el parche de la terapia de reemplazo hormonal que tenía puesto.
Son parches delgados que se adhieren al trasero o muslo que dejan enormes marcas de pegamento. A veces pienso: ¿por qué a alguien le gustaría una mujer malhumorada con un horrible parche hormonal?
El lado positivo
Mi familia y amigos me dicen que el hombre adecuado me amará por ser quien soy, así que trato de mirar el lado positivo de las cosas.
Dos años después de mi tratamiento, llevo una buena vida con mi hijo y mi perro en nuestro adorable hogar.
Viajo lo más que puedo con mi hijo. También hago campaña para aumentar la conciencia sobre la importancia de realizarse pruebas de citología cervical (el examen de Papanicolaou es el principal para detectar el cáncer de cuello de útero, según la Sociedad Estadounidense del Cáncer).
Cuando una chica me dice que se ha hecho una gracias a mí, me hace sentir que estoy haciendo algo bueno con mi experiencia, al ayudar potencialmente a salvar la vida de otra persona.
Tengo que admitir que siempre estaré con el corazón roto por no poder tener más hijos en el futuro. Pero ya nada me asusta. Cuando has superado el cáncer, te sientes invencible».