Por el declive ofensivo que experimenta Gary Sánchez en años, no pocos miles entre los millones de asiduos al béisbol se preguntarán ¿qué pasa con el bateo del receptor dominicano?
La inquietud debe tomar mayor calado luego de que este lunes se divulgó que San Diego lo firmó con un contrato de Ligas Menores, el tercero de esta índole en 2023. Los Padres pretenden con él remediar parte de la enclenque ofensiva de su equipo mayor, en especial de sus receptores.
Tras su fracaso con Minnesota en 2022, primera campaña fuera de los Yankees, Gary no tuvo equipo en la reciente pretemporada de MLB. San Francisco lo firmó el 1 de abril y lo descargó sin llegar a jugar en el equipo grande, lo que sí logró con los Mets (de 7-1 en tres juegos) y de nuevo a lista de ‘waivers’, de donde lo reclamó San Diego.
En un intento por encontrar respuesta a la interrogante inicial, recurrimos a dos veteranos en gerencias de equipos y aunque el primero confesó que no se ha detenido a evaluarlo, ofrecieron algunas referencias.
Uno de ellos comentó que de todos es sabido que Sánchez es vulnerable a los rompientes, en especial el ‘slider’; que hace algún tiempo observó que sus batazos por el piso habían aumentado, lo cual dista de su perfil, que es el de un bateador de poder y corredor pesado.
Entiende que habría que ver si hay algún problema mecánico que esté provocando sus muchos rodados; dijo imaginar que la cantidad de swings en blanco ha aumentado y llamó a ver la calidad de sus contactos, lo que es igual, el porcentaje conectado con fortaleza.
El otro amigo apeló a la condición de “free swinger” y no aproximación (no approach) para apuntar a la baja ofensiva. Dijo creer que los problemas defensivos en la receptoría, Gary los está llevando al turno. “Pienso que si lo dejan como DH (bateador designado), puede aportar mucho con el bate”, concluyó.
Cualquiera que sea la razón o motivos que lo provoquen, lo cierto es que el Gary Sánchez ofensivo dista bastante de los dos primeros años con los Yankees: 2016 en 53 juegos y 201 turnos, ave .299, 20 jonrones; 2017 con 525 apariciones, 471 turnos, promedio .278, 33 para la calle, 90 impulsadas.
En lo adelante su promedio de bateo por temporada se derrumbó. En 2018 en 323 turnos oficiales, bateó .186; en 2019 se recuperó a .232, 34 jonrones (cifra tope), 77 impulsadas en 395 chances; en la recortada de 2020 bateó .147 en 49 cotejos; en 2021, último con los Mulos, ave .204 en 117 juegos, 23 vuelacercas; y en 2022 con los Mellizos, .205 en 128 choques, 16 jonrones.
Con tales precedentes, los Padres recurren a Sánchez en un intento de mejorar la pésima ofensiva combinada de los tres receptores utilizados: Austin Nola, Brett Sullivan y Luis Campusano. El trío sumaba hasta el lunes 26 hits en 167 turnos oficiales (ave .180) y OPS combinado de .524.
Encontrarse en San Diego con Manny Machado, Juan Soto, Fernando Tatis Jr. y Nelson Cruz serviría a Sánchez de soporte anímico para reencontrarse con su bate. Un nuevo fracaso podría alejarlo de la órbita de MLB, a pesar de que solo cuenta con 30 años.