Santo Domingo.-Aguerrida, atrevida y emprendedora. Así se puede catalogar a Jacqueline Motero, la regidora y diputada electa por el Partido Revolucionario Moderno de Haina, extrabajadora sexual, a quien le tocó una experiencia de vida que servirá para emular la frase bíblica que Jesús le dijo a María Magdalena: “Ve y no peques más”.
Sin tapujos, esta mujer de baja estatura, tez morena y carácter firme, narró cómo cayó en la “vida triste” o lo contrario de los que muchos, por desconocimiento, llaman “vida alegre”.
Hoy está convencida de que no cambiaría en nada su pasado, “porque todo lo malo y bueno me ha ayudado a tener el conocimiento para trabajar y cambiar el futuro”.
Estigmatizada
Aún rechazada por mucha gente, Montero no carga resentimientos ni se avergüenza, por el contrario, se siente orgullosa de que fruto de la práctica que por necesidad ejerció de joven, decidió empoderarse y ser un ente de apoyo para quienes estén atrapadas en la prostitución o son víctimas de maltrato y el machismo.
Oriunda de San Juan de la Maguana, desde los seis años se fue a Haina con su madre, tocándole convivir con varios padrastros.
Fruto de las precariedades de su madre, esta decidió que viniera a vivir a la capital, a los 9 años, con una cuñada.
Empero, el esposo de una hija de la señora, un militar, empezó a abusarla y a maltratarla, amenazándola de muerte si hablaba. Cansada de eso, a los 14 años retornó a Haina y no le creyeron al revelar los abusos en su contra.
Continuó la escuela hasta octavo grado y, decidió casarse a los 16 con un joven 19; para esa ocasión le pidió a su padre biológico que le diera su apellido (Reyes), pero se lo negó alegando que tuvo muchos problemas con su madre, con quien procreó dos hijos más. Apenas duró un año de casada porque su esposo se envolvió en la bebida y se convirtió en violento, golpeándola mientras convivieron, al punto que intentó suicidarse.
Trabajo sexual
Por vía de una amiga que se la “buscaba” en Baní, a raíz de la ruptura del matrimonio empezó a ser trabajadora sexual.
“Ella me dijo que me conseguiría un trabajo de cajera, ya que el administrador era su cliente, pero dependería de sí la que estaba no regresaba, pero eso no se dio”, comentó.
“Eso fue terrible para mí, esa noche preferí dormir en el parque, pero luego tuve que irme con ella porque de lo contrario me dijo que tenía que volver a Haina.
En pocos días descubrió que había quedado embarazada de su ex y este dudó que fuera del. Decidió continuar con sus clientes para garantizar que a la hija que llevaba en el vientre no le faltara nada. Retornó a Haina, descubriendo en el negocio sexual al padre de sus dos últimos hijos.
“Él se enamoró de mí, yo no. Recuerdo que en ese tiempo eran 100 pesos que los hombres les daban a las mujeres y un día él sólo tenía 90 y le dije: pues cuando usted lo complete vuelva…”, recordó a carcajadas y fortalecida de las experiencias.
Su familia se encariñó con él y ella lo aceptó, pero más tarde lo botaron del trabajo y se vio en una situación terrible que tuvo que vender hasta carbón. “Había parido y opté de nuevo por ‘ buscármela’. Él me dijo: no vuelvas a la calle y le dije: yo voy a volver como camarera. Hicimos un acuerdo y él atendía a todo en la casa y se quedaba cocinando”, narró.
Desde 1996 era promotora sobre el uso del condón; escuchaba quejas de compañeras de que las golpeaban y no les pagaban.
Santos Rosario, director del COIN le sugirió crear un comité para defender los derechos de ellas, concibiendo el proyecto “Salud y participación social”, de donde surgió el movimiento Mujeres Unidas, el cual preside desde 1997 y fue reconocido por decreto por el expresidente Leonel Fernández.
En 1998 se graduó de enfermera y dijo que iba a dejar el trabajo sexual y al marido también, porque él formaba parte de ese pasado. Así lo hizo en el año 2000.
Su colega Fátima Peña le dijo que con la cantidad de mujeres que habían aglutinado en Modemu podía candidatearse. “Si te metes a regidora podrías tener empleo pa’ to’ esta gente”, le dijo.
Y así ella se dirigió al Partido de la Liberación Dominicana. “Cuando llegue allí me dijeron: tenemos nuestro candidato, además este partido es muy decente”, reveló Montero.
Se dirigió entonces donde el actual alcalde Marino Lora (PRD) y le planteó que le aseguraba mil y pico votos y enseguida le dijo: “Tú serás la candidata”.
Así alcanzó ese puesto y siendo educadora de salud sexual y reproductiva, con una maestría en Género en el Intec y licenciada en Teología reó centros de capacitación para mujeres; logró acuerdos con Banca Solidaria y ofreciendo charlas sobre prevención de drogas y embarazos en adolescentes, fue electa como diputada.
Fue la más votada, pero eso ni nada la engrandece, lo asume como una oportunidad para servir.
Después de sus vivencias les dice a los jóvenes que acepten los cambios y a las mujeres que se superen.