PARÍS.– Francia movilizará a las fuerzas de seguridad en Nochevieja y se mantiene alerta frente a la amenaza terrorista, muy presente en el país como demuestra la reciente detención de dos personas que planeaban atentados.
Como en 2016, epílogo de un año de duelo por el atentado de Niza (86 muertos) y el asesinato de un cura en una iglesia, Francia recibirá el Año Nuevo bajo fuerte vigilancia, con unos 140.000 miembros de las fuerzas de seguridad y socorristas movilizados, según el ministerio del Interior.
Los esfuerzos se centran en París y sus suburbios debido a las concentraciones multitudinarias programadas cada año, como en los Campos Elíseos, donde se esperan unas 300.000 personas.
«El contexto terrorista sigue siendo alto», recuerda el prefecto de la policía de París, Michel Delpuech.
Un hombre de 21 años y una mujer de 19, sin aparentes vínculos entre ellos pero con la intención de cometer cada uno un atentado, fueron detenidos la semana pasada, él cerca de Lyon (centro este) y ella en la región parisina.
Estos arrestos recuerdan la realidad de una «amenaza difusa, endógena con individuos susceptibles de pasar a la acción (…) con medios rústicos pero no obstante peligrosos», afirma Michel Delpuech. «Estamos centrados en la amenaza interior.
Sobre todo en este periodo de fin de año», abunda una fuente de seguridad que pidió mantener el anonimato.
Para los investigadores antiterroristas, 2017 estuvo marcado sobre todo por olas de detenciones en los círculos proyihad, por una serie de atentados frustrados pero también por dos ataques mortales: el asesinato de un policía en los Campos Elíseos en abril y el ataque con cuchillo a dos primas en octubre en Marsella (sudeste).
Estos dos ataques fueron reivindicados por el grupo yihadista Estado Islámico (EI). En el caso de Marsella, los investigadores no han encontrado vínculos con esta organización.
‘Amenaza endógena’
«El nivel de la amenaza, la voluntad de atacar no disminuye. Hay decenas de amenazas subidas regularmente» a las redes sociales, afirma Jean-Charles Brisard, presidente del Centro de Análisis de Terrorismo (CAT).
La diferencia con el balance sangriento del año anterior (92 muertos y cientos de heridos) se debe a varios factores.
«Hay proyectos que no llegan a término. Esto demuestra la eficacia de los servicios de inteligencia. Ahora consiguen mucha información en la zona (iraquí-siria) porque hay regresos, arrestos y gracias al incremento de las capacidades técnicas», detalla.
Después de más de dos años de estado de excepción (instaurado tras los atentados del 13 de noviembre de 2015), en octubre se adoptó una nueva ley antiterrorista, muy criticada por los defensores de las libertades públicas.
Pero los desafíos son inmensos: los yihadistas abandonan la zona iraquí-siria por las ofensivas militares en el terreno y algunos actualmente encarcelados en Francia saldrán próximamente de prisión. A eso hay que añadir la dificultad de identificar la amenaza «endógena».
«La derrota de Dáesh (acrónimo árabe del EI) no significa el final de la amenaza terrorista», recordó el presidente Emmanuel Macron en una entrevista publicada esta semana por el diario español El Mundo.
Desde enero de 2015, la ola de atentados causó 241 muertos en Francia.