A propósito de los ataques que se ciernen contra la familia es propicio para reflexionar sobre las prácticas y comportamientos que fortalecen esta institución, para que pueda gestar el proceso civilizador y en ella se pueda vivir en paz.
En sintonía con la necesidad de fomentar el espíritu de familia, proponemos 5 pautas que pueden ayudar en el cumplimiento de su función afectiva, protectora y educativa:
1. Establecer vínculos reales:
La familia no es una abstracción, es un cuerpo vivo que se alimenta de vínculos. Como dicen Norbert Elias y Pierre Bourdieu, dichos vínculos son los que permiten que la familia pase de ser una ficción nominal para convertirse en un grupo real, cuyos miembros están unidos por intensos lazos afectivos.
2. Cuidar y proteger:
La familia tiene que ser fuente de protección para todos sus miembros, especialmente para los más vulnerables. Es en la familia donde se cultiva la sensibilidad. Es la escuela de humanidad. Aprendiendo a cuidar a nuestros parientes, también nos entrenamos en el cuidado de los otros, de la ciudad, del entorno y del planeta.
3. Comunicar la vida de la familia:
Fomentar la comunicación y el diálogo en la familia es imprescindible para su preservación. Una comunicación basada en la confianza es un escudo de protección frente a los riesgos que atentan, sobre todo contra los más jóvenes.
Desde pequeños, podemos inculcar a los niños una comunicación que cumpla el triple filtro de Sócrates: que sea veraz, útil y buena (que no dañe a otros).
4. Promover la colaboración:
En familia se aprende la solidaridad a partir de la colaboración entre miembros que son dependientes e interdependientes. Promoviendo la colaboración, educamos en la capacidad para trabajar en equipo y se fortalecen habilidades sociales que son imprescindibles para el éxito personal y profesional.
5. Disfrutar en familia:
Además de generar alegría y felicidad, el disfrute en familia fortalece la unión y el sentido de pertenencia al grupo familiar, previniendo el individualismo y las actitudes egoístas que luego se reflejan en otros espacios de vinculación social.
Tenemos que fortalecer la familia como la mayor bendición de los seres humanos, el gran tesoro que tenemos y el que más vale.