El economista más influyente en las políticas públicas desde 1988 es Andy Dauhajre. Los exitosos resultados obligan a poner asunto cuando recomienda qué hacer. Parafraseo en orden de mi criterio sus recientes sugerencias apodícticas para no atascarnos sin realizar nuestro potencial.
Debemos mejorar dramáticamente la calidad de la instrucción y educar para la investigación. Hay que preservar la estabilidad y fortalecer la capacidad del Banco Central para realizar política monetaria.
El populismo macroeconómico es una fatalidad: el Gobierno no debe representar más del 20 % del PIB y a la vez aumentar la inversión en infraestructura de calidad.
Sin imperio de la ley y mejor institucionalidad es imposible atraer más inversión extranjera directa para llevarla de 3.5 % a 7.0 % del PIB. La legislación laboral debe incentivar la creación de empleos formales para elevar salarios y reducir la desocupación; incluyendo regularizar y controlar el imprescindible trabajo de los migrantes.
Finalmente, necesitamos incrementar significativamente el ahorro interno para facilitar los financiamientos a emprendedores e inversionistas locales. Como dice Cuquín, parece difícil pero no lo es. Son certidumbres lógicas. Países con menos recursos, pero más ganas, lo logran