Florida.- Un hombre con amplio blindaje personal baleó de muerte a cuatro personas, incluyendo a una madre y al bebé de 3 meses que sostenía en brazos, y se enfrascó en un intenso tiroteo con la policía antes de ser herido y rendirse, dijo un jefe policial de Florida el domingo.
Una niña de 11 años que recibió 7 balazos sobrevivió.
Grady Judd, jefe policial del condado Polk, dijo en una conferencia de prensa que, incluso después de que Bryan Riley, de 33 años, fuera arrestado el domingo por la mañana, estaba tan agresivo que intentó quitarle el arma a un policía mientras yacía en su camilla.
Riley, un exinfante de Marina que fue francotirador en Irak y Afganistán, parecía haber seleccionado a sus víctimas aleatoriamente y aparentemente tenía problemas de salud mental, señaló Judd. Indicó también que la novia de Riley les dijo a las autoridades que él había estado actuando en forma cada vez más errática desde hace semanas y que repetidas veces le dijo a ella que podía comunicarse directamente con Dios.
“Rogaron por su vida y los maté de todas formas”, le dijo Riley a la policía durante un interrogatorio, según señaló Judd.
Los investigadores dijeron que la evidencia preliminar muestra que Justice Gleason, de 40 años, simplemente era un desconocido desafortunado que podaba su césped el sábado por la noche cuando Riley pasó por su vivienda en Lakeland, a unos 48 kilómetros (30 millas) al este de Tampa, diciendo que Dios le dijo que se detuviera allí porque la hija de Gleason se iba a suicidar.
Una segunda persona, no identificada, también confrontó a Riley, diciéndole que esa historia era falsa y le advirtió que llamarían a la policía si no se iba, señaló Judd. El jefe policial indicó que esa persona también era una víctima, pero no aclaró cuál.
Las autoridades llegaron al lugar, pero nunca encontraron a Riley.
Unas nueve horas después, aproximadamente a las 4:30 de la madrugada, Riley regresó a esa casa, colocando barras luminosas que conducían hasta la vivienda para atraer a los agentes “hacia una emboscada”, señaló el jefe policial.
Por casualidad, un teniente escuchó a lo lejos ruidos de tronidos y de inmediato puso a la agencia en modalidad de hombre armado activo, convocando a toda la fuerza policial estatal y local al lugar.
Siguiendo el sonido de los disparos, las autoridades llegaron a la casa y encontraron la camioneta blanca de Riley en llamas y a éste desarmado afuera, vestido con ropa de camuflaje.
De inmediato Riley corrió al interior, donde las autoridades escucharon otra serie de balazos, “a una mujer gritar y a un bebé gemir”, señaló Judd.
Los agentes intentaron entrar a la vivienda por la puerta delantera, pero estaba bloqueada. Cuando dieron la vuelta para ingresar por la puerta trasera, se encontraron con Riley, que parecía estar completamente enfundado en ropa blindada.
Hubo un intenso tiroteo, con docenas “si no es que cientos de cartuchos” disparados, antes de que Riley volviera a ingresar a la casa.
Todo quedó en silencio, señaló Judd, hasta que un helicóptero alertó a las autoridades en tierra que Riley estaba saliendo. Había recibido un balazo y estaba listo para entregarse.
Mientras tanto, los agentes escucharon gritos pidiendo ayuda dentro de la vivienda, pero no sabían si había atacantes adicionales y temían que hubiese trampas explosivas. Un sargento se aventuró valientemente y sacó a la niña de 11 años que había recibido al menos siete balazos.
Ella le dijo a los agentes que había tres personas muertas en el interior, señaló Judd. Fue trasladada rápidamente a la sala de operaciones y se prevé que sobreviva.
Los agentes enviaron robots a la vivienda para que revisaran si había explosivos u otras trampas. Cuando todo estuvo despejado, hallaron los cadáveres de Gleason; la madre de 33 años, el bebé, y su abuela de 62 años, que estaba en una casa aparte cerca de allí. Las autoridades sólo dieron a conocer el nombre de Gleason, y no dijeron si estaba relacionado con las otras víctimas. El perro de la familia también fue muerto a balazos.
Las autoridades dicen que la novia de Riley desde hace cuatro años, con la que vivía, había cooperado y estaba conmocionada. Dijo que él nunca fue violento, pero sufría de trastorno por estrés postraumático y actuaba en forma cada vez más errática.
“Antes de esta mañana, este tipo era un héroe de guerra. Luchó por su país en Afganistán e Irak”, dijo Judd. “Y esta mañana es un asesino a sangre fría”.
Riley, que no tenía antecedentes penales, también le dijo a las autoridades que consumía metanfetaminas.
Mientras estaba siendo atendido en el hospital, saltó e intentó apoderarse del arma de un agente.
“Tuvieron que luchar con él de nuevo en la sala de urgencias”, señaló Judd. Finalmente fue amarrado y se le aplicó un sedante.