La modernización de nuestras finanzas públicas es un proceso de cambio continuo para aprovechar lo que la tecnología informática ofrece en los momentos actuales. Los datos de los contribuyentes, de forma individual, como pasó en Inglaterra, utilizan una amplia gama de fuentes, tanto gubernamentales como empresariales, para crear un perfil a partir de sus huellas digitales particulares.
El ingreso total de cada contribuyente permite la comprobación exacta de los datos que declara anualmente. Esta capacidad de procesamiento favorece una mayor previsibilidad de los ingresos fiscales. Gracias al poder informático y a la mayor capacidad de almacenamiento y análisis de los datos, las autoridades pueden correlacionar el ingreso tributario y el ciclo económico para anticiparse a una crisis económica, examinando los saldos en las metas previstas por la DGII.
El auge del modelo empresarial basado en que compradores y vendedores utilizan plataformas digitales facilita también la mejora de las recaudaciones tributarias. En efecto, hemos visto la desaparición, dentro de muchos de nuestros principales malls, de numerosas sucursales bancarias, producto de una transformación y revolución del dinero plástico.
Plataformas como Uber, las principales pizzerías, las tiendas y las supertiendas manejan sus ingresos de forma electrónica y pueden declarar directamente a la administración tributaria. Airbnb, por ejemplo, emplea este modelo en las principales economías del mundo y también en los mercados emergentes. Esto reduce el costo de recaudación, ya que la tecnología digital, incluidos los sistemas de pago, amplía la base imponible, mejora la identificación y el control de los contribuyentes y les facilita el cumplimiento de sus obligaciones.
En la India, país con un gran auge económico en los últimos años, la entrega de prestaciones sociales a muchas personas se realiza mediante tecnología biométrica debido a problemas de seguridad. Nosotros hemos vivido varios desfalcos en la tarjeta Supérate, por lo que esta tecnología sería de mucha utilidad. Los sistemas biométricos, que controlan y registran características como las huellas dactilares (modalidad utilizada por la banca para evitar fraudes), son muy efectivos. También se utiliza el escaneo del iris —aunque aún no se ha implementado—, lo que permite identificar a las personas de forma segura y a menor costo, además de garantizar que la ayuda estatal llegue a quien corresponde.
Las economías de ingresos medios, como la nuestra, están en plena capacidad de implementar sistemas basados en la telefonía móvil para el cumplimiento de las obligaciones tributarias. El número de abonados crece cada vez más. En Kenia (África), por citar un ejemplo, la tecnología de pagos móviles permite pagar impuestos como una solución que facilita las recaudaciones.
La utilización de herramientas como los sistemas digitales de pago, así como la autenticación biométrica para focalizar los subsidios, puede reducir la dependencia de instrumentos menos eficaces y, al mismo tiempo, lograr una redistribución más contundente.
La aplicación de un posible ITBIS más bajo a bienes esenciales, dirigido a las clases más pobres, debe ser monitoreada a través de bases de datos comerciales. La información, como se dice, es el nuevo petróleo para las recaudaciones, los pagos y la focalización de los subsidios.
El almacenamiento de datos sensibles es otro aspecto crucial para las autoridades fiscales en esta materia. La tecnología de cadenas de bloques es una modalidad segura que inspira mayor confianza en los sistemas transaccionales, porque se basa en una contabilidad descentralizada que impide que los datos se pierdan, se alteren o se roben.
Podrían utilizarse macrodatos para calcular el riesgo de incumplimiento, además del efecto de nuevas políticas tributarias y de gasto público. No obstante, la tecnología digital tiene limitaciones, como los errores en los procedimientos derivados de ingresos anticipados por declaraciones tributarias falsas o manipuladas, que fomentan el fraude (el principio informático de “basura entra, basura sale”), ya que el contribuyente tiene pocos incentivos para corregir errores.
Otros factores, como las limitaciones de tipo político, institucional o de capacidad humana, frenan la innovación y la adopción de soluciones novedosas y avanzadas.
Lo cierto es que los países de ingresos medios, como el nuestro, se benefician al aplicar nuevas tecnologías, aunque grandes segmentos de la población aún carecen de acceso al mundo digital.
La revolución digital desafía a los mercados, a la sociedad y a los gobiernos a adaptarse a cambios continuos y progresivos. Dada la velocidad de la innovación en el sector privado, resulta prioritario aprovechar las oportunidades y mitigar los riesgos.
Ya no hay remedio posible contra la exclusión digital, aunque queda mucho por hacer frente a los ciberataques, el fraude y la protección de la privacidad, lo que requiere una institucionalidad fiscal fuerte, un sistema de justicia acorde y políticas de gobernanza adecuadas.
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Tomás Guzmán Hernández
Economista y contador público, egresado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) con maestrías en Administración Pública (PUCMM), Manejo Sostenible del Agua (PUCMM), Contabilidad Tributaria (UASD) y Riesgo de Desastres y Gobernanza del Cambio Climático (Universidad Alfonso X el Sa...