Conocer nuestro cuerpo y aceptarlo es vital para la expresión de nuestra sexualidad y el disfrute de la intimidad sexual.

En el libro las consolaciones de la filosofía de Alain de Botton (filósofo Suizo nacido al final de la década de los años 60 del pasado siglo), hay un capítulo que se llama “Sobre la ineptitud sexual” y cito textualmente qué dice el autor: “Qué problemático resulta tener a la vez un cuerpo y una mente, pues aquel se halla encontraste casi monstruoso con la dignidad y la inteligencia de esta última”.

Mientras mayor es el conocimiento de nuestro cuerpo y nuestra mente lo acepte, mayor la probabilidad de disfrutar de la sexualidad y de la intimidad sexual.

Recordemos que la sexualidad humana es el conjunto de las condiciones anatómicas, fisiológicas y psicológicas que caracterizan al ser humano y que está relacionada con fantasías, sentimientos, deseos, actitudes y emociones y que una parte de la sexualidad es la intimidad.

Nuestra mente puede traicionarnos haciendo de un fallo ocasional, una disfunción, como en el caso de un hombre que falla su erección en una oportunidad y puede convertirlo en una rutina por el temor de volver a fallar en cada intento. Este hombre podría despreciar su miembro viril porque no responde adecuadamente cuando él lo necesita. Igual, la mujer que llega a despreciarse por no alcanzar orgasmos.

Montaigne (filósofo, escritor, humanista y moralista francés del Renacimiento, nacido en los años 1500), escribió: “De nuestras enfermedades, la más salvaje es despreciar nuestro propio ser”.