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Filosofando

Filosofando
Rafael Chaljub Mejìa

Que me perdonen los futurólogos, sociólogos, poetas, filósofos y politólogos por invadir su campo, pero por lo que veo, parecería que el mundo va camino hacia un estadio del desarrollo social o de la involución humana, en el cual el ser humano será cada vez menos indispensable.

Cada vez menos necesario.

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Vi en las redes un robot fabricado en China recogiendo la basura de un contenedor y vaciándola en un camión recolector sin chofer; los mismos chinos exhiben otro robot metido en un conuco cortando arroz con el mismo movimiento de un obrero agrícola; en un aeropuerto de Dubai un magnate árabe camina y dos robots enormes le sirven de guarda espaldas; hoy los bombardeos más efectivos y destructores los realizan aviones sin piloto; hay carros sin chofer, transportando pasajeros; me dicen que se está ensayando un aparato que dirigirá una orquesta musical sin necesidad de que un director, con corazón y sentimiento, haga ese trabajo; ya se habla de inteligencia artificial; hay tiendas y restaurantes sin personal humano, porque todo está robotizado.

Los más actualizados que yo tendrán ejemplos más convincentes, pero parece que las cosas van caminando por donde les estoy diciendo.
Y más grave aún.

Hace poco leí que el papa Francisco se alarmaba porque ya en Italia casi no están naciendo niños; la población de Europa, y no sé si la del mundo entero, es cada vez más vieja y sin reemplazo, porque muchas mujeres no quieren tener hijos.

Lo más curioso es que esas mismas que se niegan a ser madres, se gastan horas y horas acariciando o paseando un gato, un perro o cualquier otro animal tenido por mascota. Eso está bien, pienso yo, siempre que el amor al gato no sustituya o reduzca el amor al ser humano ni amenace la continuidad de la especie.

Uno está obligado a preguntarse hacia dónde vamos, cuáles reajustes provocará todo esto en la sociedad, las clases sociales, la actividad política, la naturaleza, la forma de pensar y la cultura general de la gente. De la gente que logre sobrevivir, por supuesto, en un mundo cada vez más al revés y cuyos recursos naturales se agotan a una velocidad alarmante.

En lo que me responden esas preguntas, déjenme filosofar un poco, pero sin dejar de seguir luchando por un mundo mejor y una humanidad próspera, creciente, libre y revolucionaria.

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Rafael Chaljub Mejía

Columnista de El Día. Dirigente político y escritor.

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