Fidel Castro seguirá siendo noticia por muchos años, quizá por los siglos de los siglos.
Fue una figura de primer orden a nivel mundial, al punto de que se pueden contar con los dedos de una mano, y sobran, los líderes que se comparan con él, por el carisma y la solidaridad que brindó a pueblos del denominado tercer mundo.
Su legado seguirá siendo alabado por unos y criticado por otros, pero nadie puede negar, esté o no de acuerdo con las políticas que ejecutó, que durante los últimos de 60 años se constituyó en un fenómeno universal.
En los deportes, convirtió a Cuba en una potencia mundial, algo sencillamente increíble, dadas las limitantes económicas, producto del bloqueo a la isla desde 1962.
Castro fue un amante del deporte, incluso lo practicó, al punto de que como consignan varias de sus biografías, en un momento dado estuvo siendo observado por algunos escuchas de Grandes Ligas.
El desarrollo deportivo tuvo sus mayores logros en el boxeo, atletismo y judo, donde Cuba acumuló su mayor cantidad de medallas.
Como una muestra del potencial cubano en juegos olímpicos hay que destacar que solo en boxeo, donde sus púgiles han impuesto un nuevo estilo, ha ganado 76 medallas, 34 de oro, desde 1972 a la fecha.
Figuras como Teófilo Stevenson, Félix Alberto Juantorena, Fidelia Quiroz, Iván Pedrozo y Javier Sotomayor, son solo algunos de los tantos que se desarrollaron producto del apoyo estatal al deporte.
Por lo tanto, en el deporte, la figura de Fidel Castro, quien se involucraba con los atletas en todas sus facetas, quedará escrita con letras de oro, porque si bien es cierto que los deportes eran parte de la política del régimen para llamar la atención al mundo sobre las bondades del sistema, para lograr ese objetivo hay que poner recursos técnicos, económicos y humanos a la disposición de los atletas, y eso se hizo en Cuba, a pesar de las estrecheces económicas que ha venido confrontando ese país.