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Fidel, el estratega de la geopolítica con vocación internacionalista

EFE Por EFE
Fidel, el estratega de la geopolítica con vocación internacionalista
Fidel Castro

La Habana.- Fidel Castro fue, durante casi medio siglo en el poder, el principal protagonista y estratega de la política exterior del país, marcada por el enfrentamiento con EEUU, las alianzas -con la URSS primero y luego con la Venezuela bolivariana- y las aventuras del “internacionalismo».

El diferendo político con Estados Unidos, el “imperio” en el discurso cubano, y su proclamación como país socialista en 1961, marcaron la vida externa de la isla, que en 1962 fue además suspendida de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y perdió las relaciones diplomáticas con todos los países de la región, excepto México.

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En medio de los conflictos y aislamientos que afrontó su Gobierno, Castro impuso una impronta audaz y hasta temeraria a la política exterior de la Revolución cubana, basada desde un inicio en principios como la soberanía, el rechazo a cualquier injerencia y la solidaridad internacional.

Así fue como en los tiempos de la Guerra Fría, bajo la desconfianza de Occidente por su sistema comunista y con el amparo soviético, Cuba se erigió en defensa de la agenda del Tercer Mundo y abrazó causas tan diversas como la palestina o la saharaui, la de las guerrillas en América Latina, o la de la independencia de los países africanos.

Para la isla, una de las principales plataformas en ese sentido fue el surgimiento en 1961 del Movimiento de Países No Alineados (NOAL), del que se convirtió en el único país latinoamericano en acudir como miembro pleno a su constitución.

Fue además la época en que Castro entabló amistad con líderes como el libio Muamar al Gadafi, el argelino Abdelaziz Buteflika y el palestino Yaser Arafat, o brindó su solidaridad a otros como el entonces encarcelado Nelson Mandela.

En las décadas de los sesenta y setenta del siglo XX, Castro supervisó personalmente los planes de apoyo a las guerrillas africanas y latinoamericanas.

En África, Cuba apoyó a Argelia en la guerra de 1963 con Marruecos, y a partir de 1965 ayudó con recursos, preparación y hombres a insurgentes que combatían contra el colonialismo portugués en Guinea-Bissau, Cabo Verde, Etiopía y Angola.

Los cubanos también estuvieron presentes en el Congo belga, donde primeramente estuvo un grupo liderado por el guerrillero argentino-cubano Ernesto “Che” Guevara, pero Angola fue el principal campo de batalla del internacionalismo de Fidel Castro en el continente africano.

Se estima que más de 300.000 combatientes y 50.000 colaboradores civiles cubanos cumplieron misión allí durante casi dos décadas, y más de 2.000 murieron. Cuba primero contribuyó a la independencia de Angola, alcanzada en 1975, y luego ayudó al gobierno del Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), de orientación marxista, cuando EEUU, Sudáfrica y el antiguo Zaire -actualmente la República Democrática del Congo- no lo reconocieron y apoyaron a las guerrillas opositoras para derrocarlo.

La Revolución cubana consideró su aportación en Angola como un impulso decisivo además para la independencia de Namibia y Zimbabue, y en la lucha contra el sistema del “apartheid” en Sudáfrica.

En 1988, Cuba, Angola y Sudáfica realizaron una negociación tripartita auspiciada por la ONU para la concesión de la independencia de Namibia a cambio de la retirada de Angola de los soldados cubanos, que abandonaron por completo el país en 1991.

En el caso de Latinoamérica, Castro abogó por contribuir a la “unidad” para impulsar cambios en países como El Salvador, Guatemala o Nicaragua, y cooperó con el “Che” Guevara y su propósito de llevar la revolución a Bolivia. “La misión nuestra fue unir, y realmente logramos unirlos.

Hemos sido solidarios y hemos dado alguna modesta cooperación a los revolucionarios de Centroamérica. Pero ser solidario y dar alguna forma de cooperación a un movimiento revolucionario no significa exportar la Revolución”, afirmó Castro en el libro “Cien Horas con Fidel».

En ese mismo texto, fruto de sus conversaciones entre 2003 y 2005 con el periodista hispano-francés Ignacio Ramonet, Castro explicó que, por ejemplo, tras la victoria sobre EEUU en 1975, Vietnam entregó a Cuba “armas norteamericanas recuperadas” que La Habana hizo llegar en parte al salvadoreño Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).

La mayoría de esas revoluciones no tuvo éxito, excepto la sandinista en Nicaragua, y la isla se convirtió en destino de muchos exguerrilleros, así como de exiliados y perseguidos por las dictaduras militares instaladas en países como Chile.

Castro cuidó asimismo la presencia de Cuba en organismos multilaterales, particularmente en las entidades de Naciones Unidas, desarrolló las relaciones diplomáticas de la isla con remotos países de África, Oceanía o Asia, a la vez que extendió las embajadas y consulados del país caribeño a más de 140 naciones.

Como líder de la isla, Fidel Castro eclipsó en muchas ocasiones a su Ministerio de Relaciones Exteriores. Sus pronunciamientos en actos, desfiles o eventos se convirtieron en plataformas para informar o defender las decisiones y posturas de Cuba en materia de política exterior.

En el nuevo milenio, Castro reinventó el internacionalismo cubano y estrenó el siglo movilizando decenas de miles de sanitarios, educadores y deportistas para trabajar principalmente en zonas marginales de América Latina en el marco de la alianza con la Venezuela de Hugo Chávez, en un momento en que la región daba un giro hacia la izquierda.

Retirado del poder desde 2006 por una grave enfermedad y con Cuba gobernada por su hermano Raúl, Fidel Castro fue testigo silencioso de una de las noticias más relevantes en más de cinco décadas de Revolución- el restablecimiento de relaciones entre Estados Unidos y Cuba anunciada el 17 de diciembre de 2014.

También tras su jubilación, el anciano líder cubano perdió al que definió como el mejor amigo que nunca tuvo Cuba- el presidente venezolano Hugo Chávez y su principal aliado en el siglo XXI, que falleció víctima de un cáncer en 2013.

En sus últimos años, Fidel Castro pudo ver cómo Cuba se reinsertaba en el panorama internacional gracias a una pragmática política exterior impulsada por su hermano, más orientada a reforzar los lazos con la región latinoamericana y a reeditar importantes alianzas con la Rusia de Vladímir Putin o la China de Xi Jinping.

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