Según cuenta Alfredo Esquivel, compañero de estudios de Fidel Castro en la universidad de La Habana, en un descanso junto a otros estudiantes se inició una conversación acerca de sus aspiraciones. Alguno de ellos expresó su deseo de viajar y conocer el mundo, otros de ser poetas o abogados…..Esquivel entonces preguntó a Fidel: “¿guajiro (mote por el cual se referían a él sus amigos en la universidad) y tú qué quieres hacer en la vida?” A lo cual este le contestó:”quiero el poder y la fama”.
Posiblemente éste fuera el espíritu que le animó para que a los tres años de haber egresado como abogado, y con 27 años de edad, organizara la operación militar que pasaría a la historia con el nombre de “Asalto al Cuartel Moncada”.
El Cuartel Moncada, hoy ciudad escolar 26 de julio, era en los tiempos de la dictadura del General Fulgencio Batista sede del regimiento número 1, en la ciudad de Santiago de Cuba con una dotación de aproximadamente 1000 hombres.
La acción militar planeada por Fidel consistía en tomar por asalto tanto el Cuartel Moncada como el cuartel Manuel de Céspedes en la localidad de Bayamo. Para tales fines reclutó un grupo de 135 jóvenes entre los cuales se encontraba su hermano Raúl Castro. En líneas generales, el plan de Fidel consistía en provocar un levantamiento en toda la región oriental, seguida de una huelga nacional. Ambos acontecimientos ocasionarían un derrumbamiento del gobierno. El ataque se llevó a cabo el 26 de julio del 1953.
En términos militares la operación fue un fracaso. muriendo la mayoría de los rebeldes torturados y fusilados. Fidel acompañado de un grupo de sobrevivientes se adentró en las montañas acariciando la idea de regresar a la costa y dirigirse al Este. Hacia la Sierra Maestra.
El sábado 1 de agosto un escuadrón de la Guardia Rural, comandada por el teniente Pedro Manuel Sarría Tartabull, un masón, localizo a Castro y sus hombres en una choza en la cual se habían refugiado la noche anterior. Sarría tuvo que hacer valer de su rango y autoridad para evitar que sus enfurecidos subalternos asesinaran a Fidel y sus compañeros ordenándoles no disparar mientras les gritaba : “las ideas no se pueden matar”.
Más tarde el camión que conducía a los prisioneros fue interceptado por el comandante Andrés Pérez Chaumont al mando de un nutrido grupo de soldados. Éste con evidentes intenciones solicitó que Fidel le fuese entregado. El teniente Sarría se negó a cumplir dicha orden a pesar de provenir de un superior. Llevó a los prisioneros a la cárcel municipal de Santiago en donde a la vista del público se encontraban a salvo.
El mando del escuadrón había recaído en el teniente Sarría debido que el teniente Luis Santiago Gamboa se encontraba en cama aquejado de gripe en los cuarteles Moncada. Éste oficial era un matón que sería ascendido a capitán por el asesinato de 6 campesinos acusados de subversión. Al triunfo de la revolución Gamboa fue enviado al paredón y Sarría ascendido a capitán.
Durante su vida Fidel Castro sobrevivió a innumerables tratativas para su eliminación física. Amantes despechadas reconvertidas en asesinas, habanos explosivos en su oficina, francotiradores, batidos de leche con cianuro. Quizás nadie conozca cuantos métodos se ensayaron con ese fin. Alcanzar una avanzada edad le sorprendió como una vez, en una entrevista, lo expresó él mismo.
Me inclino a pensar que en aquel 1 de agosto en particular fue el destino, en vez del azar, la fuerza destinada a obrar para que no fuese Gamboa, el represivo y criminal, que pudiese a Fidel capturar; sino Sarría, un ético masón, que con sus ideales de justicia y compasión salvó la vida a quien más tarde sería el jefe de la triunfante revolución.