Quizás estoy equivocado, y quisiera estarlo, pero el mundo como que anda mal de la cabeza. Cada día reparamos en hechos que nos hacen pensar que estamos reculando en algunos aspectos que habíamos concebido como conquistas y progresos irrenunciables.
Lo que voy a referir en estas líneas es un simple botoncito de los innumerables que componen el inmenso muestrario de las inquietudes y las aprensiones actuales.
A mí me parece inadmisible el que un equipo de Grandes Ligas (MLB), en cuyo roster, o en cuyas fincas, figure un determinado jugador criollo, pueda impedir, unilateralmente, que este participe del torneo dominicano durante el llamado “tiempo muerto” de las mayores.
Y me parece peor cuando reparo en que no hay nadie que le dé calificación de exorbitante o desmesurado a ese poder.
Es como que yo pudiera exigirle unilateralmente a mi médico no montar caballo ni jugar póker en ninguna época del año si quiere seguir siendo mi médico. No sé si ese absurdo se llama chantaje o cómo, pero no creo que huela bien al olfato de la Justicia.
El impedimento siempre parecerá caprichoso y prepotente si no aducen las causas ni las razones en que se funda. Nunca se sabe si es por enfermedad, o por fragilidad o por qué. Y a veces el propio jugador afectado (casi puede leerse “abusado”) expresa su tímida protesta porque ni siquiera él conoce los motivos del paro.
Y sugiero que estamos ante un retroceso, porque a las luminarias del pasado reciente no se les trató así. A Marichal por ejemplo, a Felipe, a Virgil, a Mateíto, a Mota, a Carty, a Clemente, a Valenzuela, a Peruchín y a muchas otras rutilantes estrellas latinas no se les impedía jugar en los torneos “invernales” del Caribe. Tenía que existir una razón muy atendible para que los equipos de MLB sugirieran el descanso.
Pero lo más extraño es que, pese a lo diligentes y celosas que son en otros asuntos las agrupaciones de DD. HH., a ninguna de estas se le ha ocurrido todavía denunciar como violatorios esos poderes tan exagerados, los cuales, aunque tal vez estén previstos entre las “letras chiquitas” de los contratos, al ser unilaterales e invasivos, anulan la libertad personal de los jugadores y reducen a estos a la condición de siervos sometidos a una suerte de Feudalismo tardío.
Todos los años tenemos que vivir cinco o seis frustraciones de ese jaez. En estos días, según la prensa, el equipo Milwaukee Brewers ha comunicado al ‘player’ Jonhatan Villar que no podrá seguir jugando en el Play Off final de la Lidom, nadie sabe por qué.
Esta Lidom es el ente rector del béisbol profesional de RD, aunque no se atreve a mucho porque nuestro país, para sorpresa de todos sus hijos, ha estado INVOLUCIONANDO en manos desidiosas e inexpertas, y vive hoy por hoy un vergonzoso, cobarde, indignante y antinacional NEO-ENTREGUISMO GENERAL que ojalá no redunde en un entuerto tipo el que Donald Trump, no sin razón, se propone enderezar en su país.
Quiero estar equivocado, pero los poderes actuales de los equipos de la MLB son excesivos y contrarios a los derechos privativos de cada quien.
Si ellos temen lesiones, pues que se compren un seguro, aunque el costo lo cubra el jugador, quien, además y de todos modos, también saldrá perdiendo ante la ocurrencia del siniestro.
Mientras tanto, al ‘staff’ dirigencial del béisbol mundial se le nota feliz acatando sin chistar todo tipo de reglas dictadas por el Alto Mando de ese deporte, se le ve aburguesado, como dirían los franceses, disfrutando de sus buenos ingresos, pero no creo que del mismo se pueda esperar el buen juicio y la espada de San Miguel para viabi
Quiero estar equivocado.