En mi artículo titulado “Apostando a la Injusticia”, publicado en el periódico El Día del 19 de marzo del año en curso, me quejaba de que la aplicación de la ley en nuestro país no es igual para todos, de que la justicia solo tiene garras cuando se trata de sancionar a los delincuentes pobres y que la delincuencia de cuello blanco siempre es tratada con privilegios. Además, informaba que en los barrios del país la gente apostaba que a Félix Bautista no le pasaría nada, a propósito de los expedientes por corrupción, porque los jueces peledeístas terminarían favoreciéndole.
En ese mismo artículo reflexionaba sobre la gran oportunidad que tenía el aparato judicial dominicano para fortalecer su imagen frente a la sociedad, ya que el expediente contra el senador Bautista le permitía a la justicia empezar a subir su estatura o seguir reduciéndose hasta la condición de caricatura.
Lamentablemente, con el caso del “honorable” senador de la República “Don” Félix Bautista, el 27 de marzo fuimos testigos de uno de los fallos judiciales más absurdos y torpes, dejándonos el asombro de que la gran fortuna que exhibe este hombre, que hasta el 1996 era una persona procedente de familia humilde, es producto de la magia.
El “No ha lugar” fallado por el juez Moscoso Segarra no hace más que demostrar, una vez más, que la justicia dominicana está manejada al antojo de unos cuantos politiqueros.
Aunque la sabiduría popular apostaba a la impunidad, hay muchos sentimientos de frustración sobre esta decisión, la cual coincide con el título de la famosa obra de Gabriel García Márquez “Crónica de una muerte anunciada”. Lamentablemente en este caso quien muere no es el personaje principal de la novela, sino la institución judicial del país.
A pesar del fallo que libera de culpa al nuevo “Premio Nobel de Finanzas”, que al parecer ha inventado una nueva fórmula para hacerse ricos “en lo que canta un gallo”, si algo nos queda claro es que el dinero no crece como las hojas de los árboles en primavera. Ningún juez o partido político podrá quitarle el título que va a perseguir a “Don” Félix Bautista, a propósito de las causas que originan su enriquecimiento meteórico, mientras haya tinta para escribir la historia.
Aunque el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) programó la elección de las altas cortes, organizándolas a su antojo y conveniencia, además de hacer pública la decisión judicial previo al inicio de la Semana Santa y de mantener una batería de opinión pagada, que funciona como un coro para presentar como bueno lo que es malo, al tiempo de utilizar a miembros de la Policía Nacional para bombardear y reprimir a estudiantes de la UASD que protestan pacíficamente por una justicia independiente, esto no será suficiente para silenciar el sentir del pueblo.
La población dominicana avanza en la toma de conciencia sobre lo que es contrario a sus intereses. Y decisiones como la que favorece a Bautista contribuyen a mostrar más claramente los niveles de injustica que imperan en el país. Basta verificar que una persona trabajando honradamente toda su vida ni siquiera alcanza a reunir las condiciones para comprar una modesta casa, mientras que un “Juan de los Palotes”, valiéndose de la corrupción en puestos políticos, en menos de cuatro años, se hace multimillonario, robándose el dinero del pueblo, sin que la justicia sea capaz de investigarlo.
¿Qué más falta para que nos convenzamos de que vivimos en una falsa democracia? Este sistema más bien debería ser llamado “Corruptocracia”.
El silencio cómplice de la justicia y del gobierno obliga a que la ciudadanía tome la palabra. “Si no hay justicia para el pueblo, que no haya paz para el gobierno” (Emiliano Zapata).
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