El Banco Popular es un referente de cómo podría ser nuestro país aplicando una gobernanza cuyas rendiciones de cuentas importan y acarrean consecuencias.
Sus líderes, ejecutivos, accionistas y empleados no son suizos ni extraterrestres. Bregan diariamente, igual que nuestros gobiernos, con dominicanos de toda clase, incluyendo marrulleros, aunque la inmensa mayoría sea seria y honesta.
Y cada año, ya no asombran sus excelentes resultados. Al cerrar 2017, sus activos totales eran RD$381,509 millones, un 14 % más que en 2016. Su cartera de préstamos aumentó un 15.1 %, mayormente financiando sectores productivos.
Los depósitos crecieron 13.9 %. Tras reinvertir la mayoría de las utilidades de 2016, mantiene su excelente solvencia.
Pagó casi RD$2,000 millones al Impuesto sobre la Renta, ¡más de seis millones cada día laborable! Todo esto, potenciando tecnología y recursos humanos para satisfacer las crecientes demandas de la banca digital, que soporta el 74 % de las transacciones.
Lo que hace el Popular tan exitosamente demuestra cuánto más podemos progresar los dominicanos con paradigmas distintos a los tradicionales. Me alegra felicitar este ejemplar negocio.
