Todos los meses deberían ser mes de la patria. Pero dada la ocurrencia durante el mes de febrero de la independencia nacional y de otros destacados acontecimientos, se ha considerado apropiada la designación de este mes como mes de la patria en la República Dominicana.
Patria es un concepto y una realidad trascendente.
Tan trascendente que nuestro primerísimo prócer, Juan Pablo Duarte, llegó a decir que “Vivir sin patria, es lo mismo que vivir sin Honor”, o que, “Es infame quién dude un instante que sin patria es mejor no vivir” (“Ideario de Duarte”, compilado por Vetilio Alfau Durán). Para el “apóstol” de la independencia cubana, José Martí, es de la patria “mandar, y de nosotros obedecer. Es nuestra adoración, no nuestro pedestal…”.
Jorge Mañach, reputado como el principal biógrafo de Martí, recoge una hermosa noción del prócer cubano, en que señala, “patria es comunidad de intereses, unidad de tradiciones, unidad de fines, fusión dulcísima y consoladora de amores y esperanzas”.
A la Patria se le tiene devoción, se le ama de distintas maneras y en diferentes intensidades. Muchos la reconocen y celebran con actividades protocolares, con ofrendas florales o exhibiendo la bandera nacional en el frente de la casa, pero es evidente que éstas son maneras insuficientes, que aunque válidas, ameritan ir mucho más lejos, como por ejemplo, hacer cada uno, el mayor esfuerzo por actuar correctamente y ser mejor.
Igual, se le ama propiciando la inteligencia social que da lugar a una óptima articulación y cooperación entre los elementos sanos del conjunto social, condición necesaria para arribar a la constitución de una sociedad mejor.
Respecto al gobierno, éste hace patria actuando para conseguir el desarrollo humano (y no sólo el crecimiento económico) sinónimo de una mayor calidad de vida material y espiritual de la población.
A la patria se le ama cuando desde el Estado, funcionarios y pequeños servidores, actúan en favor de la comunidad y no se sirven de ella, cuando se educa a los servidores en la honradez, cuando se impide que funcionarios, en componenda con corruptores poderes empresariales, lleven a cabo maniobras dolosas.
En fin, cuando se hace prevalecer el comportamiento ético, el cuál es uno de los requisitos para que las instituciones funcionen. Si se quiere hacer patria no se deben permitir conductas como las de algunos funcionarios que al inicio del actual gobierno solicitaron para sus dependencias las compras de ajuares y equipos de lujo, en medio de la pandemia, tal como lo denunciara en su momento la periodista de “Hoy”, Marien Aristy Capitán; se hace patria no permitiendo “neonominillas” (el caso de la Comisión Presidencial de Apoyo al Desarrollo Barrial) y castigando el acoso sexual que se ha denunciado contra funcionarios de la administración pública.
Se hace patria velando celosamente para impedir estos males y otros, y no transigiendo en su sanción.