Antes de entrar en lleno al tema, es oportuno dejar claro que siempre será aconsejable para ilustración de los votantes el que se celebren debates, y que siempre, en términos políticos, habrá a quien le conviene y a quien no.
Pues bien, en ocasiones el ruido mediático nos distrae de la esencia de las cosas, es el doble filo de la era de la comunicación, mucho acceso y poca capacidad de análisis, por ello vemos como las cajas de resonancia repiten aún el tema de los debates, y nadie se detiene en un caso excepcional, el de Faride Raful, la diputada más votada de toda la República Dominicana en las pasadas elecciones congresionales.
Cuando aún no se perfilaba el Partido Revolucionario Moderno (PRM) como una clara opción de poder, en el congreso, una joven tronaba cuasi solitaria y en sus intervenciones denunciaba un crimen vulgar que enlodaba el actual gobierno. Tiempo después y gracias a Faride, sabíamos qué tan lejos en contaminación política había llegado Odebrecht.
El alcance de los tentáculos de esta corporación mafiosa aún no ha sido evidenciado en su totalidad, y frente a quien ha insistido en profundizar esas investigaciones, es lógico esperar una campaña de descrédito sin límites, más aún, cuando el propio candidato presidencial del partido de gobierno es sujeto de legítimas sospechas.
Loa ataques desconsiderados hacia Faride, y la energía y firmeza de convicción con que esta ha devuelto los dardos lanzados, es harto conocido por todos, no en un escenario controlado e imparcial sino frente a un hemiciclo controlado por adversarios y en situación de minoría.
Reclamarle que no haya asistido a un debate es dudar de la capacidad de un pez en el agua, ninguno de los aspirantes a la senaduría del Distrito Nacional ha sido filtrado de forma tan precisa como esta abejita de piedra.
De hecho, uno de ellos solo tiene en su haber el salto de la vida empresarial al endoso del partido cuyos actos de corrupción lo tienen contra la pared. ¿Puede alguien así compararse con quien posee una hoja de vida, incluso genética, en las lides políticas?
Válido es recordar que Faride es guiada por el ejemplo de migrantes que comienzan de la nada, y de gente guapa de Moca, una combinación a la cual no sería aconsejable apostar en contra.
Visualizar una sociedad más inclusiva, democrática y participativa no encaja con quienes le adversan, y frente a una gran mayoría que reclama una transformación de los valores que predominan actualmente, nadie como la legisladora para servir de portaestandarte.
Faride, siempre institucional y respetuosa, simplemente ha guardado la disciplina partidaria al no asistir al debate, un acto de coherencia con lo que hizo el candidato presidencial.
El que crea que lo ha hecho por temor, que siga quemando sus escasas neuronas, tendrá su respuesta en las urnas en unas semanas, cuando con el aplastante triunfo de la ahora diputada, entienda que si bien todos queremos debates, por su trayectoria, valentía y capacidad, podemos organizar también un conversatorio de quien es el mayor fenómeno político de los últimos años.
Así entenderá el título de estas letras, Faride ES el debate.