
SANTO DOMINGO.-A Orlando Jorge Mera lo sepultaron ayer.
Su ida a destiempo y de la forma en que sucedió, se impuso en los registros de historia como una tinta que se derrama en el papel y que nadie puede borrar.
Su legado de paz, conciliación, trabajos políticos y aportes al Estado desde las funciones que ocupó, deberán ser en cambio, el marco de referencia que delimite el accionar de todos los que recuerden su proceder.
Este miércoles, las honras fúnebres a su memoria provocaron el traslado de su cuerpo desde la funeraria Blandino de la avenida Abraham Lincoln, hasta la Casa Nacional del Partido Revolucionario Moderno, la parroquia San Antonio de Padua y, finalmente, el cementerio Puerta del Cielo.
