Una de las peores realidades de la política criolla es la falta de carisma y liderazgo de los líderes de la oposición. Posiblemente se deba a sus pocas y malas ideas e imposibilidad de conectar con los sentimientos y necesidades de los votantes.
Miren por ejemplo los verdes y Odebrecht: ¿es razonable creer que los sobornadores brasileños y sus cómplices dominicanos hicieron de las suyas en todos sus contratos y obras excepto Punta Catalina?
Ni siquiera con tan simple pero contundente premisa han logrado mellar significativamente la popularidad o base de sustentación del gobierno. Muchos psicólogos y sociólogos creen que líder es quien pueda motivar a personas o grupos para acciones en común de significación colectiva.
Aparte de armar marchas, cuyos participantes coinciden en exigir fin a la corrupción e impunidad, ¿cuál idea viable han propuesto los verdes? ¿La estupidez de pedir al presidente que renuncie?
Luce por momentos que ciertos palurdos aprovechados que se dicen verdes quisieran acabar con la democracia y no con la corrupción.