Vi hace un tiempo cómo una dama muy bien puesta pasó muy mal momento en un aeropuerto de París cuando inspectores de Aduanas le pidieron vaciar su elegante cartera marrón, tomaron el bolso, lo inspeccionaron y le dijeron: “Madame, este es un producto falsificado de una marca francesa cuya importación en un delito”.
A seguidas lo destruyeron y pusieron con la basura. Proteger marcas registradas es un elemento fundamental del Estado de Derecho.
Cuando se trata de medicinas, alimentos y bebidas, más celo debe poner el gobierno para cuidar también la vida de los consumidores.
Aquí, donde hasta funcionarios poseen títulos universitarios espurios, lo inusual merece reconocimiento, como que se actúe contra los falsificadores de casi cualquier cosa con valor.
Recientemente fue Industria y Comercio con medicamentos mocanos falsificados. Ahora Aduanas continúa combatiendo la delincuencia de vendedores de bebidas adulteradas, cigarrillos contrabandeados y otros artículos.
En vez de operativos circunstanciales, ojalá el eficaz funcionario Yayo Sanz y el conocido ministro Ito Bisonó, ambos exitosos, se empeñen en seguir acumulando méritos en sus brillantes carreras políticas, dando más candela a los falsificadores.