Santo Domingo.– Si notas que pierdes más cabello de lo habitual al lavarlo o encuentras mechones en la almohada o el piso, podrías estar enfrentando un efluvio telógeno.
Aunque es normal perder entre 50 y 100 cabellos al día, un incremento significativo en la caída merece atención médica para identificar sus causas.
La dermatóloga Donna Chevalier, especialista en tricología del Instituto Dermatológico Dominicano y Cirugía de Piel «Dr. Huberto Bogaert Díaz» (IDCP), explicó a El Día que el efluvio telógeno es una condición vinculada al ciclo natural del cabello.
“Es un tipo de pérdida que suele tener una causa específica, con un inicio y un final definidos”, dijo.
Esta afección, que afecta la fase telógena del cabello, requiere un diagnóstico dermatológico para su manejo adecuado.
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Entre las causas más comunes destacan el postparto, ciertos medicamentos, enfermedades endocrinológicas como el hipotiroidismo, deficiencias nutricionales y factores emocionales como el estrés.
La doctora Chevalier enfatiza que abordar la causa subyacente, junto con un enfoque interdisciplinario, es clave para la recuperación capilar y emocional.
¿Con qué frecuencia debemos lavarnos el cabello?
La frecuencia del lavado del cabello depende de factores como el tipo de cuero cabelludo, el clima y las actividades diarias.
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Según la dermatóloga Donna Chevalier, no hay una regla universal. “Las personas con cuero cabelludo graso podrían necesitar lavarlo a diario o día por medio, mientras que quienes tienen cabello seco o rizado pueden espaciar los lavados a dos o tres veces por semana”, sugiere.
No obstante, la experta advierte que lavarse el cabello con poca frecuencia puede provocar acumulación de grasa, caspa y mal olor.
Es esencial adaptar la rutina a las necesidades individuales y utilizar productos adecuados, como champús libres de sulfatos y acondicionadores hidratantes.
Los efectos tienen los tintes en el cabello
El uso de tintes es una práctica común para cambiar de imagen o cubrir las canas, pero estos productos pueden tener efectos adversos si no se utilizan correctamente.
Los tintes químicos contienen amoníaco y peróxido, que alteran la cutícula del cabello para fijar el color. Este proceso puede debilitar la fibra capilar, haciéndola más propensa a resequedad, quiebre y puntas abiertas.
Además, los tintes pueden irritar el cuero cabelludo si se aplican con demasiada frecuencia o se dejan actuar más tiempo del recomendado.
Para mitigar los daños, los especialistas aconsejan elegir tintes sin amoníaco o de origen natural, y complementar el proceso con mascarillas hidratantes y aceites reparadores.
“Un cuidado adecuado puede marcar la diferencia para preservar la salud capilar”, destacó Chevalier.