Los sucesos históricos resultan de las acciones de individuos y grupos de individuos concretos, producidos en momentos y circunstancias específicas. Por tanto son acontecimientos únicos, no replicables.
Por eso Carlos Marx, en el “Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte”, contrariando lo expuesto por el filósofo alemán F. Hegel, precisa que los grandes hechos históricos aparecen “una vez como tragedia y la otra como farsa”.
Esto no significa dejar de conocer los hechos históricos a los fines de evitar que se produzcan nuevos sucesos desagradables. De ahí la importancia capital de la ciencia histórica y del fomento de la memoria social o colectiva.
Esto se hace más pertinente en momentos como los actuales, en que se hace más efímera la memoria, por la multitud de sucesos que se producen frecuentemente y que por su magnitud hacen olvidar el hecho anterior.
El día de ayer, 14 de junio, se cumplieron 62 años de la primera expedición de junio de 1959, en que combatientes del exilio anti-trujillista unificado, con la participación de internacionalistas de Puerto Rico, Cuba, Venezuela, Estados Unidos y México, desembarcaron por Constanza, bajo el mando de Enrique Jiménez Moya.
Un segundo grupo desembarcó el 20 de junio por Maimón y Estero Hondo. Este acontecimiento constituyó un fracaso militar, pero tuvo gran trascendencia política, al punto que se puede decir que dio apertura al fin de la dictadura de Rafael L. Trujillo Molina. Esta expedición estimuló la fundación del grupo clandestino “Movimiento Revolucionario 14 de Junio”, el cual enarboló el programa de los insurrectos.
En este movimiento clandestino Minerva Mirabal, junto a otros valiosos hombres y mujeres, jugó un papel de primerísima importancia, por lo cual meses después fue asesinada junto a sus hermanas Patria y María Teresa, marcando este acontecimiento el inicio del fin de la dictadura.
Si comparamos la sociedad actual a la que regia bajo la dictadura trujillista, hay que afirmar que hemos tenido avances significativos, por lo que se debe reconocer que el sacrificio de los caídos en junio no fue en vano.
Pero hoy en país cobra una importancia esencial destacar la memoria de los héroes. Lo decimos por la incidencia actual de conductas que son remanentes de la dictadura trujillista.
Entre estas, las manifestaciones de una rampante delincuencia política, de la desinstitucionalización y de actitudes autoritarias. Igual podemos hablar de la existencia del nepotismo y servilismo. No puedo dejar de destacar la presencia de remanentes en el estamento militar, el que por estar centrado en la disciplina, reacciona más lentamente a los cambios de la sociedad.
En marcos de nuestra sociedad persisten el tráfico de influencia y el favoritismo. Otro grave remanente trujillista es la existencia del robo o usufructo ilícito de los bienes públicos por parte de políticos, empresarios y militares. Erradicar estos males, contra los que lucharon los héroes “de la raza inmortal” es un desafío fundamental de la sociedad actual.