El próximo 16 de agosto, Luis Rodolfo Abinader Corona será juramentado para un segundo período constitucional 2024-2028, en la Presidencia de la República, tras haber desarrollado una primera gestión, 2020-2024, que, sin que nadie tenga que rasgarse las vestiduras, exhibe más luces que sombras.
Los temas del ámbito económico, que tienen un fuerte peso en la valoración de los organismos internacionales y de la ciudadanía sobre la buena o mala gestión de Gobierno han marchado en forma sostenida y sustentable, a pesar de las consecuencias sociales y emocionales que generó en el mundo, sin que RD fuera la excepción, la incidencia del coronavirus y su COVID-19, por casi dos años 2020-2022.
Como el ave Fénix, República Dominicana, con más prisa y éxitos de los que probablemente algunos hubieran deseado, se ha estado encaminando hacia metas que, incluso, otras naciones con mejores historiales sociales, económicos, políticos y administrativos no han podido establecer.
En las últimas décadas, la economía nacional registra una estabilidad tal que ya nadie duda en identificarla como “el milagro del Caribe” y la presente administración ha sabido aprovechar el encanto y el sortilegio, de manera que no solo los ha sostenido, sino que los ha incrementado en forma evidente.
El Indicador Mensual de Actividad Económica (IMAE) del primer semestre enero-junio del año 2024 realizado por el Banco Central de República Dominicana coloca al país como la nación que posee la economía de mayor crecimiento interanual en América Latina.
Esa misma información resalta que el ritmo de expansión de la economía está acorde con los pronósticos de los diferentes organismos internacionales, los cuales ubican al país como líder en la región para el cierre de 2024.
El Banco Central de República Dominicana indica que la variación interanual de 5.1 % en enero-junio de 2024 obedece al desempeño de actividades de los sectores de la construcción (4.9 %) y manufactura de zonas francas (5.9 %) y al incremento de las exportaciones, que ascendieron a US$4,197.8 millones en ese período.
Las actividades de servicios también exhibieron un aumento acumulado de 5.5 % respecto al mismo semestre enero-junio del año anterior, entre las cuales se destacan actividades inmobiliarias y de alquiler (5.9 %), transporte y almacenamiento (5.8 %), comunicaciones (5.3 %) y hoteles, bares y restaurantes (8.7 %), esta última sustentada en gran medida por la llegada de 4,475,133 turistas por vía aérea durante los primeros seis meses del año.
Nadie puede negar que esos datos no solo son alentadores, sino que deben convocar a un verdadero reconocimiento a la gestión y su desempeño y a unas mayores expectativas sobre lo que tendrá que venir a favor de la población.
Para el inicio de su segunda gestión, las velas de las naves del presidente Abinader y el Partido Revolucionario Moderno (PRM), del que es líder, tienen el viento a su favor, lo que sumado a una oposición política más cuestionada que aceptada y que no ha dado visos de estar ocupándose de hacer frente a sus ya varias veces exhibida debilidad, lo colocan en una muy buena posición para hacer las transformaciones que demanda la sociedad dominicana.
Al concluir el primer mandato, Abinader Corona ha dejado claro su ocupación por lograr el fortalecimiento de los sistemas educativo, en sus cuatro subsistemas, inicial, preuniversitario, técnico-profesional y universitario; sanitario y de transporte.
Esos aspectos, junto a la seguridad ciudadana y a la recuperación definitiva de la confianza por parte de la población en la Policía y otras instituciones estatales, constituirán grandes retos para la nueva gestión que iniciará el presidente de la República el próximo viernes.
En esta oportunidad, con mayoría absoluta en el Congreso Nacional y en los ayuntamientos y distritos municipales del país, lo que, mal administrado, más que ventaja pudiera constituirse en un factor de desventaja. ¡Ojo al Cristo, que es de plata!
Así, es de justicia valorar que el país marcha con pasos fuertes y seguros hacia una posición desde la que el Estado pudiera comenzar a redimir la gran deuda social acumulada que posee e impulsar un nuevo estilo o estrategias distintas para aplicar nuevos mecanismos de distribución de las riquezas en forma más equitativa.