¿Cuántas veces nos hemos sentido fracasados cuando no podemos cumplir con lo que nos habíamos propuesto? ¿Al trazar nuestras metas, cuántas veces lo hemos hecho con los pies sobre la tierra, lo más real posible? De seguro navegamos muy seguido entre la realidad y los sueños.
Cada inicio de año o cuando se acerca la fecha de nuestro natalicio, siempre tomamos lápiz y papel para elegir lo que queremos lograr y trazar el camino a seguir para conseguirlo. Es en este momento que debemos ser lo más realista posible, pues de ello dependerá, en gran parte, el éxito a corto, mediano y largo plazo.
Es fundamental tener unas expectativas realizables a la hora de escoger nuestras metas y recordar que la modestia, paciencia y el autoconocimiento forman parte de esa combinación de factores que nos pueden ayudar a lograr lo que nos proponemos… en conclusión, las expectativas realistas contribuyen a nuestra felicidad.
Lo más sensato es empezar por pretender algo muy básico, aunque parezca poco atractivo, e ir escalando, peldaño a peldaño. De esta manera será más fácil. Y, en ese trayecto, las palabras claves son “trabajo, esfuerzo y constancia”.
Y aunque pudiera parecer retórica no lo es, pues lo que “fácil llega, fácil se va” y esta máxima aplica para todo, desde las cosas materiales hasta las relaciones personales y amorosas.
Esta es, quizás, la dosis de realismo más difícil de adquirir, pero también la que más beneficios supone. Aprende, investiga, practica y no tengas miedo a equivocarte, eso te hará avanzar. Un consejo: sé lo más constante que puedas y no asumas riesgos excesivos.
Lo primero es lo primero… y antes de “definir nuestro mapa de metas”, el primer paso sería hacer un inventario de nuestros atributos positivos, pues no podemos recibir lo que no damos. Regla de vida.
Pregúntate si ¿te interesan los demás?, ¿eres buen oyente?, ¿tienes sentido del humor?, ¿tratas de aprender cosas nuevas?, ¿eres paciente? y ¿eres amable? Si ponemos atención especial a ser y entregar nuestra mejor versión a los demás, estoy segura que la “cadena” se hará cada vez más y más larga y fuerte.
En tiempos en los que sentimos que la oscuridad nos arropa, seamos luz para los demás.