Un editorial reciente de este periódico EL DÍA, ponderó de manera precisa la precondición de concluir un Pacto Eléctrico, que disponga el cese de las transferencias por cientos de millones de dólares del gobierno central por concepto de subsidio para apaciguar las perdidas al sector eléctrico.

Esas pérdidas, causadas principalmente por las fallas en el proceso de la distribución eléctrica estatal, representan cerca de la mitad del déficit fiscal, y de eliminarse en su origen, disminuirían la presión por más recaudaciones.

Pero vaya sorpresa recibimos! Nuestros legisladores, en medio de las discusiones públicas acerca de un futuro Pacto Fiscal y el subsecuente aumento de los ingresos tributarios, se disparan con una ley de “emprendurismio”, conocida como ley sobre emprendimiento e innovación empresarial, cuyos atributos principales se basan en el otorgamiento de nuevas exenciones fiscales.

Esta ley estipula que por un término de diez años, se establece una exención del Impuesto sobre la Renta para proyectos emprendedores, equivalentes al cien por ciento de la renta reservada y reinvertida durante los primeros tres años.

Además exime del impuesto a pagar por el inversionista equivalente al cien por ciento del monto invertido. Y aun más sorprendente, exime del pago del 50 % de la cotización por concepto de pensiones y riesgos laborales. Los beneficios llegan a tal punto que las empresas calificadas estarán exentas del odioso pago del anticipo del Impuesto sobre la Renta durante sus primeros tres años.

Un verdadero contrasentido de la categoría más irónica el que un Estado, abogando por más ingresos, se aboque a otorgar nueva vez exenciones, igual como recién hizo con una ley de promoción de cine.

Por nuestra parte, veremos cómo podemos reorganizar nuestra pequeña empresa consultora bajo esta ley, y acogernos a la máxima del profesor Keynes cuando proclamó la evasión impositiva como el único objetivo inteligente premiado.