Un refrán popular dice: “para que digan que aquí murió, que digan que aquí corrió”. Recomendación que hacían las abuelas a hijos y nietos para que evitaran conflictos de graves consecuencias. Hoy he aprendido que escapar no siempre es la mejor solución.
Cuando enfrentamos un conflicto, debemos estar seguros de que verdaderamente lo solucionamos; a no ser que sea algo irrelevante.
De lo contrario, ese tema permanecerá como un fantasma, y podría convertirse en un problema a largo plazo.
Según el libro “Reflect & Relate”, de Steven McCornack y Kelly Morrison, es tóxico para cualquier tipo de relación no manejar los conflictos.
Al hablar de problemas s no solo quiero significar los asuntos que podamos enfrentar con otros en el trabajo o el hogar; los más grandes conflictos pueden ser los internos.
Esos que no nos permiten avanzar y lograr metas.
Según los escritores, el modo más comúnmente utilizado es evadir los problemas, pero de ese modo nunca llegamos a nuestros objetivos. Es fundamental que hagamos un alto.
Aceptemos el reto más difícil de nuestras vidas: trabajar con nuestros propios conflictos. Es fácil encontrar los problemas ajenos, pero los nuestros no los queremos ver y menos solucionar.
Las personas que evitan enfrentar los conflictos son más propensas al fracaso que quienes aceptan sus debilidades, y empiezan a convertirlas en fortalezas.
Empieza hoy. Elige un tema que te llena de sentimientos encontrados. Lo has evitado porque te duele o atemoriza. Busca la ayuda necesaria y decídete a avanzar. Tienes el poder y la fuerza. Confía en ti.
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