José Báez Guerrero
Debe enorgullecer al país que la más alta distinción que el papa Francisco otorga por servicios a la Iglesia y a la sociedad fue otorgada a la distinguida jurista Eunisis Vásquez Acosta, exembajadora dominicana ante la Santa Sede.
Recuerdo que hace décadas comenzó su carrera judicial como suplente de juez de Paz y recientemente llegó a magistrada del Tribunal Constitucional por elección del Consejo Nacional de la Magistratura.
La condecoración Pro Ecclesia et Pontifice, entregada el domingo en una concurrida misa en la Catedral oficiada por el nuncio Piergiorgio Bertoldi y prelados criollos reconoce su apoyo a organizaciones cívicas y filantrópicas. La distinción es conferida por meritorio y excepcional servicio a la Iglesia o al Santo Padre.
Fue creada por León XIII en 1888 como premio a la fidelidad de sacerdotes y laicos. A mí me alegra muchísimo que la magistrada Vásquez sea reconocida por sus virtudes como ciudadana ejemplar que es orgullo para su familia, amigos y su natal Nagua.
A veces las personas más calladas son quienes sin buscar notoriedad mejor labor hacen para evangelizar y mejorar al mundo según el ideal cristiano.
