Ética pública: el bien y el desarrollo

Ética pública: el bien y el desarrollo

Ética pública: el bien y el desarrollo

Altagracia Suriel

Tanto en occidente como en oriente, la ética se asoció al fin mismo de la política y se consideró como estrategia o método para hacer el bien, para mejorar a las personas y como espacio de ejercicio de la ética. Asimismo, se ha vinculado la ética pública al concepto de bien común y a la construcción de bienestar social.

Un enfoque de ética en lo público responde a las preguntas de qué es la política, qué hacer desde lo público, cómo hacerlo y para qué. Estas preguntas se responden desde la filosofía, la economía de bienestar y las ciencias políticas. El bien sería la respuesta a todas las interrogantes vinculadas al ejercicio del poder.

La política sería el camino de hacer el bien. El bien también sería la respuesta del quehacer de la política, al cómo hacerlo y también al para qué. Desde la ética, la política sería bien social, estrategia de promover el bien, un espacio para hacer las cosas bien y para propiciar que las personas hagan el bien.

Las respuestas a las preguntas qué es la política, al quehacer desde lo público y al para qué, se encuentran en las concepciones de la política que desde la más remota antigüedad hasta nuestros días, han vinculado a política con la ética, desde las cuales, no puede existir la política sin comportamientos, actitudes y prácticas morales. Es decir, a un ejercicio de la política basado en principios y acciones dirigidas a mejorar a las sociedades y a los individuos que las integran.

Refiriéndose a la subordinación de las ciencias a la ciencia política, Aristóteles afirmó: “Lo que se debe hacer y lo que se debe evitar, podría decirse que su fin abraza los fines diversos de todas las demás ciencias; y por consiguiente el de la política será el verdadero bien, el bien supremo del hombre” (Aristóteles, Ética, 1998, p. 7).

Para el citado autor, el bien supremo es la felicidad basada en el vivir bien y en el obrar bien. En tal sentido, Aristóteles abundando sobre los fines de la política, plantea que el objeto de los trabajos del verdadero político es la virtud, la cual define como: “aquella que enseña a los hombres a hacer el bien” (Aristóteles, Ética, 1998, p, 37).



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