Hoy cuando vivimos una hecatombe inmoral propiciada principalmente por una gran cantidad de altos funcionarios gubernamentales del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), es oportuno precisar las dimensiones de la ética y señalar la necesidad de ser abanderados de una ética completa que enfrente las características del sistema social, económico y político que nos rige, sobrepasando el marco de las críticas, importantes pero limitadas, a los fallos respecto a algunos principios.
Postulamos la ética global, es decir aquella referida a la práctica de vida que persigue el bien, la justicia, la moral, lo correcto, en todos los ámbitos de la realidad.
Esta ética sistémica se opone a la adopción de una ética restringida que se centra o se limita a sólo algunos aspectos de la vida.
Esta ética incide de manera excluyente, por ejemplo, o solo en el ámbito público o sólo en el ámbito privado.
La ética restringida defiende ciertos principios como los relativos a problemáticas de la bioética, la sexualidad, etc., pero obvia, o no se emplea con igual intensidad en asuntos éticos que tienen que ver, por ejemplo, con los salarios, condiciones y prestaciones laborales que padecen grupos de empleados y de trabajadores por parte de élites económicas.
La ética restringida se dirige solo a defender algunos principios, y ve la realidad de manera muy fraccionada. La ética limitada suele llevar a los individuos a asumir una moral de poses, centrada en pequeñeces, que obvia lo esencial, exagera los deberes y se olvida de los derechos.
La ética tiene que ser global, no puede ser selectiva, no puede circunscribirse a solo aspectos de interés de quien la proclama. Tiene que ser capaz de analizar y criticar el modo de vida que el sistema nos impone. Debe ser capaz de abordar y juzgar la desigualdad de oportunidades, el mundo-consumo, el individualismo, la moda, la publicidad, el engaño, la corrupción, la violencia.
La ética debe ser capaz de criticar no sólo las imperfecciones del sistema, sino al sistema mismo.
Dentro de esta óptica, nos complace el avance del “Movimiento Verde”, movimiento social que en su surgimiento se centró en la cuestión de la corrupción y de la impunidad.
Hoy ha ido avanzando, en el entendido de que debe ampliar su bandeja de contenidos reivindicativos.
La cuestión no parece difícil, pues muchos de sus dirigentes y activistas provienen de grandes jornadas por la defensa del medio ambiente; en apoyo a los campesinos y trabajadores; por la justicia fiscal; contra el despotismo político; por el 4% a la educación pública preuniversitaria y por un servicio de salud de calidad.