David Alvarez
Tal como señalé en la pasada Bitácora, el sistema universitario dominicano adolece de ser una extensión de la Escuela Media o Secundaria, tanto en su filosofía institucional, como en gran parte de sus docentes.
A los estudiantes universitarios se les trata como menores de edad, se repiten muchos de los contenidos de la escolarización previa, se intenta imponer un sistema único de enseñanza (ahora está de moda las competencias), y la investigación se ejercita como fuego pirotécnico, ya que por lo general ni los docentes que lo enseñan han realizado nunca una investigación.
Los Estudios Generales, que son la zapata para la formación universitaria, han sido bloqueados o desnaturalizados generalmente en nuestro modelo de universidad dominicana.
Imaginar un curriculum abierto, experiencias de investigación, profundización en temas, generación de posturas personales bien argumentadas, son el terror de los docentes que intentan introducir un manual de texto en la cabeza de sus alumnos.
Los exámenes como cómodos y acríticos mecanismos son demandados por un ejercicio primitivo de la docencia incapaz de interactuar con la alteridad del estudiante.
El giro que necesita nuestra educación superior, comenzando por los Estudios Generales, implica modificar radicalmente la cultura del docente que reproduce memoristicamente manuales, evalúa memoria y por lo común despliega la cultura autoritaria en el salón.
La educación universitaria ha de fundamentarse en espacios democráticos y adultos, orientados a la problematización y solución de problemas, centrados en la investigación científica y la maduración del sentido de responsabilidad hacia el bien de la sociedad.
