Santo Domingo.-En la recta final del año, la atención no se centra en las alcancías rebosantes o en el aumento de los ahorros, sino en el silencioso enemigo que acecha en la sombra: el estrés financiero, pues un gran número de personas no han logrado “guardar pan para mayo” y llegan a diciembre con la esperanza de un doble sueldo que ya tiene dueño.
Este fenómeno, como bien lo explican los expertos, no es sólo una queja de la billetera vacía, sino una carga emocional que, con el tiempo, se convierte en una compañera no deseada, robando paz y sonrisas. Imagina esto: en Colombia, Brasil, Ecuador y Perú, el 61 % de las personas ni siquiera logra poner un peso en el bolsillo para el futuro; y quienes sí lo hacen, esconden sus ahorros debajo del colchón, como si se tratara de un tesoro pirata, según cifras del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).
Mientras que en España, casi un cuarto de la población termina cada mes con las manos vacías, y la ansiedad se cuela en las conversaciones cotidianas, entre el café y las cuentas de fin de mes.
Pero, ¿qué es el estrés financiero? No se trata de una excentricidad moderna ni de un capricho de la mente. Como lo expone Elisabet Ruiz-Dotras, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC ), es esa preocupación persistente que aparece al ver el saldo bancario y pensar en las cuentas por venir.
No es una enfermedad, aclara el psicólogo Enric Soler, sino una consecuencia de una económica frágil que, poco a poco, consume la tranquilidad y siembra angustia.
La realidad es que se está viviendo en un mundo donde “tanto tienes, tanto vales”. El consumismo empuja a mantener un nivel de vida que, en muchos casos, no podemos sostener sin generar un agujero en nuestras finanzas y, por ende, en nuestra salud mental.
“Preferimos tener a ser», lamenta Soler, y ese cambio de enfoque nos ha dejado con carteras llenas de tarjetas y corazones vacíos. Sin embargo, no todo está perdido.
Volver a lo esencial
La clave, según los expertos, es volver a lo esencial: la planificación. Ahorrar no debería ser lo que queda después de pagar todo; debería ser el primer paso. Una buena gestión financiera puede evitar ese nudo en el estómago cada vez que surge un imprevisto.
“Un ideal de ahorro sería el 20 % de los ingresos”, dice Ruiz-Dotras, pero enfatiza que lo importante es empezar, aunque sea con poco. Porque, al final, cada moneda cuenta, y no sólo en el banco, sino en la tranquilidad de saber que, pase lo que pase, “tenemos un pequeño colchón para amortiguar los golpes de la vida”.
Cultura
— Voracidad gastos
En la modernidad, la voracidad de los gastos fijos y la falta de cultura financiera son riesgos reales, pues el ahorro es visto como el excedente de dinero que queda después de pagar todo.