Si bien es cierto que es imposible evitar sentir o recibir tentaciones, mucho más cierto es que existen acciones que te ayudarán a no rendirte ante esa persona, posición o cosa que, de caer ella, podría acarrearte situaciones negativas incluso la muerte.
Jesús, José y David son algunos de los personajes bíblicos que fueron tentados de distintas formas, y de cuya actuación podemos extraer algunos puntos que nos pueden ayudar a escapar de los dilemas que se nos presentan.
El primer método para vencer la tentación es “la palabra de Dios”. Mateo 4:1-11 relata que cuando Jesús estaba ayunando en el desierto se le apareció Satanás para tentarlo con distintas propuestas atractivas, incluso algunas que resolvían la necesidad de alimento que tenía en ese momento.
En vez de matar su hambre, Jesús no cedió, sino que refutó con pasajes bíblicos todas las ofertas que este le presentaba. Por eso es importante estar bien empapado de las enseñanzas bíblicas a fin de constatar con esta la pertinencia o no de ceder a lo que nos tienta.
El segundo punto es “huir de la tentación”. Este es uno de los más difíciles, pero no imposibles; y mientras más rápido se haga, menos comprometido estarás con la situación.
Génesis 39:11 cuenta que la esposa de Potifar aprovechó un momento de soledad para pedirle a José, un subalterno de su marido, que se acostara con ella.
No era fácil decirle que no a su jefa, una mujer seguramente muy atractiva, máxime porque ella lo tenía agarrado por su ropa. Sin embargo, él prefirió mantener su integridad, huyendo de aquella escena.
El tercer punto es “mantenerte ocupado, cumpliendo con tus asignaciones, sin desviarte de tus propósitos”.
Justo por no estar en la guerra, donde debía estar en ese momento, el rey David se quedó en su palacio, y desde allí miró a una mujer ajena, con la cual se acostó, y luego mandó a matar a su esposo, para evitar las consecuencias de haber embarazado a Betsabé (2 Samuel 9).
Esta fechoría le provocó un castigo por parte de Dios, que permitió la muerte del hijo que tuvo de esa fornicación, y con inestabilidad y espada a sus generaciones futuras.
Si David estuviera haciendo lo que tenía que hacer no se hubiese topado con esa tentación, porque el que se enfoca en lo que quiere alcanzar difícilmente aceptará algo que lo desvíe.