La evangelización ha sido una formidable herramienta civilizadora, pese a cuanto pueda imputarse en abusos y horrores a los jesuitas, los mismos que ahora son más haitianófilos que Barbecue.
En México, los obispos católicos incordiaron tanto a los políticos y al Gobierno, que les prohibieron andar en sotana fuera de sus templos y meterse en partidismo.
Santo Domingo siempre ha sido un pueblo de primacías cristianas en las Américas, pero nuestro episcopado, privilegiado más que en casi cualquier otro país, ha perdido luces… Sus dramas actuales son de telenovela. Predican invocando a músicos urbanos y ni así hacen crecer su feligresía.
El domingo, hicieron críticas alegres al Gobierno, sin informado criterio ni razones claramente expuestas.
Por suerte el pique les dura tanto como un Ave María. Me recordaron lo que Balaguer decía de empresarios muy favorecidos por él, cuando lo atacaban: “¡es que son insaciables!”. Oremos por nuestra Iglesia, su misión profética, redentora y social.