Estereotipos que nos impiden avanzar

Estereotipos que nos impiden avanzar

Estereotipos que nos impiden avanzar

Un estereotipo puede definirse como una imagen o idea que se tiene sobre algo, concepciones muy simplistas que se adopta en relación a un tema determinado. Digo simplista porque en la mayoría de los casos parten de análisis muy superficiales y hasta de naturaleza inductiva.

Nuestras naciones, supuestamente “en vía de desarrollo” están llenas de estereotipos, que desde mi punto de vista hacen gran daño al avance de nuestros pueblos. Pero no solo están latentes en la gente de a pie, han calado muy profundo en nuestros profesionales, en quienes dirigen nuestras instituciones y hasta en quienes gobiernan.

A veces, de manera inconscientes, los estereotipos están presentes en todo nuestro diario vivir, cargamos con ellos desde que nos levantamos hasta que visitamos la morada de Morfeo. Los sacamos a pasear cuando hacemos algún chiste y hasta en las expresiones de uso cotidiano.

Con frecuencia, personas de mentalidades estereotipadas son las que establecen las reglas en las instituciones que nos han educado. Para muestra un botón, en la Biblioteca Pedro Mir de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) no se permite la entrada con cierto tipo de ropa, así tenemos que estudiantes en bermuda, blusas de tiritos o en sandalia, no puede entrar a esta; nada más discriminatorio.

Se supone que una biblioteca es un centro de información y que el acceso a esa información no debe ser restringido a quienes siguen un patrón o modo de vestir.

Es probable que quienes idearon esas reglas sean los mismos profesores que sacan de sus aulas a estudiantes por andar “mal vestidos”.

En varias ocasiones presencié cómo profesores de la UASD sacaban estudiantes de sus salones porque supuestamente no estaban usando ropa adecuada. Los argumentos utilizados por los “educadores” que incurrían en estas acciones era que los universitarios estaban rompiendo con la solemnidad del aula.

En otras ocasiones me tocó presenciar como compañeras con el pelo crespo (malo para muchos) y que  decidieron no alisarse eran víctimas de chistes de mal gusto y frases discriminatorias. Todo esto ocurre en la universidad más antigua del Nuevo Mundo.

Lo narrado anteriormente deja claro una cosa; como nación, como individuos, nos falta mucho por superar. El hecho de que demos más valor a la vestimenta o al peinado que usa una persona, que a su modo de pensar, pone de manifiesto que seguimos llenos de estereotipos que nos impiden avanzar.



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