Santo Domingo.-De acuerdo con las efemérides nacionales, los dos días últimos de junio han tenido un gran peso en la vida nacional, particularmente en la provisión de personas notables.
Empecemos por el de hace más tiempo: el día 29 de junio de 1801 en Hincha, hoy territorio haitiano, nacieron con una nacionalidad indefinida los mellizos Ramón y Pedro Santana Familia, ambos de notable participación en los hechos inmediatos al 27 de febrero de 1844, pero de los dos, el segundo se destacó como caudillo militar y como sepulturero de la República con la obra de la anexión a España 17 años después del inicio de la separación y la guerra con Haití.
Un 29 de julio también, pero de 1884, nació en la Capital, hoy Distrito Nacional, Pedro Henríquez Ureña.
Pedro Henríquez, el intelectual dominicano de más profundo calado, desenvolvió su vida en México y en Argentina, países en los que desarrolló gran parte de su producción cultural. A pesar de su brillo personal, no hizo nada, o hizo poco, por proyectarlo hacia el campo de la política.
Su vida, como las de sus hermanos Max y Camila, fue una consecuencia de una inclinación familiar. Nieto de Nicolás Ureña, de la poeta y maestra Salomé Ureña y del educador, escritor, médico y abogado Francisco Henríquez y Carvajal, parece como si la dedicación de su vida al pensamiento y la palabra hubieran sido consecuencias inevitables.
Juan Bosch nació el 30 de junio de 1909, de acuerdo con su partida de nacimiento. Fue también un intelectual de gran calado.
Autodidacta, dijo en una entrevista en la que un cubano le preguntó por el grado académico alcanzado, que había hecho el tercer nivel del bachillerato en la Escuela Normal.
Empezó en el país la dedicación a la literatura y en alguna medida a la política como expresión de la vida pública. En el exilio mantuvo el cultivo de las letras y le dio un giro a su vocación de poder.
Algunos de sus críticos le atribuyen una cierta incapacidad para el poder político, pero esta ha de ser una manera de verlo, sin duda distorsionada por la inclinación del dominicano a ver el poder como un hecho personal.
Es en realidad el político más exitoso de cuantos hemos tenido en ejercer influencia en la vida pública con un paso tan breve por la Presidencia.
A punto de cumplir siete meses al frente del Estado fue derrocado y acaso este hecho le fue de más utilidad que de perjuicio, porque igual pasó a ejercer una profunda influencia en una parte de la juventud picada de idealismo, pero con una tendencia a la moderación como para no tomar una vía beligerante como miles de otros de su generación.
Un hecho curioso, en relación con estas dos fechas, la del 29 y el 30 de junio: muchos de los amigos con los que he desarrollado un compromiso vital han nacido alrededor.
En este momento cuento así, de memoria, a dos hermanos, una novia de la adolescencia y cinco amigos. Nada, una curiosidad.