Como concepto, la Real Academia define la disponibilidad como la cualidad o condición de disponible que se aplica a las personas o cosas. Como valor, la disponibilidad se asocia al servicio y a la solidaridad. En el ámbito sicológico es una expresión de madurez humana.
La disponibilidad es estar presente para el otro y vivir en actitud de escucha y servicio.
Disponibilidad como presencia:
Estar disponible para el otro es hacerle sentir que estamos a su lado y que puede contar con nosotros. Es inspirar confianza.
En la familia, es compartir tiempo de calidad y crear lazos de protección y apoyo profundos que expresen el amor, como vínculo que une y sostiene el hogar.
La presencia en la familia no sólo es física y material sino que es moral, emocional y espiritual. La disponibilidad presente se manifiesta en el rol educativo, afectivo, lúdico y de vivencia y transmisión de lo trascendente.
La falta de disponibilidad de los padres y madres, además de inseguridad, puede implicar riesgos, anomia y carencias afectivas. El mayor ejemplo de disponibilidad presente lo tenemos en Jesús. En Mateo 11:28 Jesús nos recuerda que Él está disponible para nosotros, en especial en los momentos más difíciles: “Venid a mi todos los que están cansados y agobiados y yo los aliviaré”. Él es fuente de paz para nuestra alma.
La disponibilidad de Jesús es propositiva. Él invita, llama y se acerca. Nos llama a abrir el corazón a nuestros hijos e hijas, cónyuge, hermanos, amigos y al prójimo para que encuentren en nosotros su presencia.
Disponibilidad es escucha y servicio:
Una expresión de la disponibilidad hacia el otro es la escucha. Todos y todas necesitamos ser escuchados. La escucha amable, respetuosa y empática, además de signo de educación, es conexión, comunión y camino válido para la solución de los conflictos.
Un gran ejemplo de disponibilidad lo encontramos en María, la madre de Jesús. Ella fue el oído atento y la ayuda oportuna en todo momento de su vida. Escuchaba, meditaba en su corazón y servía. Sigamos su ejemplo.
