Hay cambios que llegan a tu vida sin previo aviso. Hay cambios frente a los cuales solamente tú tienes la capacidad de decidir qué hacer con ellos.
Creo firmemente que el poder de decisión está en nuestras manos, no en las de los demás, por eso ante cualquier cambio trato de quitar el poder a aquellas personas o circunstancias que puedan influir, sea positiva o negativamente.
Esos son momentos de verdadera introspección. Cuando tienes que mirarte a corazón abierto y hablar contigo mismo. Hay personas que huyen de eso.
Muchas. Pero al final te alcanza porque lo llevas contigo allá donde vayas.
He vivido varios momentos así en mi vida.
Y al final puedo decir que siempre ha sido para bien, aún cuando en plena ebullición era incapaz de ver el camino. Pero lo encuentras, siempre y cuando lo hagas desde el amor propio, sí, desde ese lugar dentro de ti que te lleva a quererte, valorarte y entender que puedes lograr seguir hacia delante.
Escribo sobre esto porque la pandemia nos ha desestabilizado a todos, en muchas maneras. Y ahora es que están saliendo las consecuencias y es muy importante no apagarlas, sino ser capaces de entenderlas, y no se va a lograr si no nos sinceramos y aceptamos que el cambio llegó, en algún sentido para mejor, en otros no.
Después de ahí, si el resultado es que para lograr avanzar hace falta buscar ayuda, pues hay que hacerlo porque no pasa nada por admitir (una vez que te has sincerado) que una buena terapia puede abrirte la puerta a volver a sentirte bien.
Todavía hay mucho tabú en torno a eso, y soy de las que creo que por lo menos una vez al año hay que ir a terapia para estar bien.