Cada vez que surge un conflicto bélico crece la creencia de que estamos a la puerta de una Tercera Guerra Mundial.
Los contextos bélicos invitan a presagiar cada vez más el estallido. Enervado con la victoria electoral de Donald Trump, el enfrentamiento Ucrania-Rusia e Israel-Gaza.
Hace unos días, la televisión rusa expuso un simulacro de ataque y alertaba sobre las consecuencias de que Vladimir Putin decidiera comenzar a utilizar armamento nuclear, poniendo el foco sobre todo en las capitales del viejo continente. Aunque con especial interés en Reino Unido.
Hoy en día los armamentos resultantes de los avances tecnológicos, en este caso los misiles balísticos, prácticamente pueden llegar desde cualquier punto de la Tierra hasta donde decida quien lo programa.
Aunque muchas veces las interpretaciones de profecías dependen de las perspectivas y creencias de quienes las analizan, una de sus legendarias predicciones de Nostradamus apunta a Madrid, como el escenario de una posible catástrofe bélica e incluso de un desastre natural.
En realidad las últimas inundaciones provocadas por lluvias torrenciales en Valencia y Castilla se inscriben en el listado de las mayores tragedias naturales que han afectado la región en los últimos 75 años. Encabezadas por las riadas del Vallés (1962) y el desbordamiento del río Júcar, también el Valencia (1982).
Los desastres naturales y las guerras, en cualquier escenario, compiten en la cantidad de víctimas que dejan a su paso. Pero, por control geopolítico, intereses económicos o estratégicos, los conflictos bélicos internacionales suelen prolongarse más.
Con echar un vistazo al protagonizado por Israel y los palestinos, sería suficiente. La de Ucrania, que en principio parecía una operación de tres días, se acerca a los diez meses.
El de guerra mundial es un tema recurrente. Más mesurable sería pasar a otro capítulo; cerrar la puerta con la esperanza de que no suceda.
Lea también: El fenómeno Trump regresa