Estado y pandemia

Estado y pandemia

Estado y pandemia

David Álvarez Martín

Desde su origen en China a finales del año pasado, y su dispersión por todo el mundo, la gestión de la epidemia del Covid-19 ha sido asumida por los estados con medidas autoritarias. Escasos gobernantes han promovido la conciencia ciudadana y enfrentado la expansión de la enfermedad en diálogo con sus sociedades.

Opinadores locales han insistido en radicalizar el control social por parte del Estado por varias semanas (cuestión imposible). Los nacionalistas no pudieron alegar que el virus nos llegó del lado oeste, porque vino del este, por el aeropuerto con más tráfico del país, y tuvo como inicio simbólicamente una fiesta, una boda, donde la clase alta dominicana se burlaba de la enfermedad.

La obsesión gubernamental por la capital provocó un grave descuido con la epidemia en San Francisco de Macorís y la aberración de la concentración de multitudes en Puerto Plata detrás de un sinvergüenza promotor de la reelección de Danilo Medina anuncia otro foco intenso de contagios y fallecimientos.

No sabemos la cantidad exacta de infectados y muertos a pesar del fúnebre bingo que se canta cada mañana. Las matemáticas son manipuladas con la curva de expansión del virus y con las ganancias por las compras amañadas del Estado, mientras el candidato oficial se promueve con la miseria de nuestro pueblo. Más bajo en la corrupción no podían caer los que una vez fueron formados por la pulcra vida y pensamiento de Juan Bosch.

Con la excusa de esta crisis de salud se develan las pulsiones trujillistas de muchos políticos, comunicadores y bocinas. La solución a cualquier problema es idéntica a explotar, reprimir, apresar, abofetear y ejercer el poder sin sujeción a ningún derecho. Se consideran a sí mismos como ganaderos que arrean reses, no como líderes de hombres y mujeres.

Lejos de salir mejores como sociedad de esta prueba, la gestión desde el Estado ha procurado sacar lo peor de nosotros y promover un escenario futuro donde seamos más pasivos, más pobres y menos informados. La naturalidad con que muchos han aceptado este proceso de degeneración social, política y económica pronostica tiempos muy tristes cuando salgamos de la misma. La salvajada patrocinada el pasado domingo bajo el patrocinio de muchas instancias, nacionales y locales, es un fruto amargo de a donde nos están llevando con todo este proceso autoritario.

Salir de la pandemia será sencillo si lo comparamos con el esfuerzo que nos demandará salir del autoritarismo, la irracionalidad, la miseria y el saqueo del Estado por pandillas políticas.