Estado de privilegios para algunos

Estado de privilegios para algunos

Estado  de      privilegios para algunos

José Miguel de la Rosa

Poco a poco en nuestro país han venido surgiendo clases sociales que gozan de mayores privilegios que otras, sin necesidad de leyes que así lo establezcan.

No es un secreto que hay grupos que actúan al margen de las normas sin temor a consecuencias, y lo peor es que lo hemos asimilado de tal manera que lo vemos normal, y hasta lo “envidiamos”.

Por ejemplo: en la sociedad dominicana, quienes pertenecen a una clase social alta, adinerada, con poder político y militar cercano, se dan el lujo de hacer lo que mejor les parezca. Desde actuar por encima de las leyes e insultar autoridades, hasta adueñarse de bienes del Estado.

Y no solo las distinguidas y respetadas clases sociales del país gozan de privilegios. También una parte de los “jodidos marginados”, como son los motoconchos, para los que no importa que el semáforo esté rojo, para ellos eso no es válido, igual que hablar por teléfono mientras se conduce.

Otros privilegiados son los conductores de autobuses y carros del transporte público. Aquí se paran las aguas. A estos ciudadanos se les permite conducir sin el cinturón de seguridad, con las luces incompletas, con gomas que no dan para más, además pueden utilizar celulares mientras conducen, se les permite estacionarse cómo y donde ellos quieran, y cuidado si les dicen algo.

Lo peor es que lo hacen en presencia de autoridades como los agentes de la Digesett, que actúan de manera selectiva, que son muy agresivos contra unos y muy permisivos con otros, porque no miden con la misma vara.

Y aun faltan más privilegiados, como los llamados “padres de familia”, que pueden establecer negocios de cualquier tipo en cualquier espacio público donde no está permitido, pero hay que dejarlos tranquilos porque de ahí es que viven sus familias.

Hay otros dueños de negocios que se apropian de las calles y las aceras, que convierten en estacionamiento exclusivo para clientes, sin importar el derecho de los “perros” peatones.
Pienso que lo malo no es que ellos sean privilegiados, sino que no todos lo somos.



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