En la vida diaria, tomamos decisiones constantemente, desde las más triviales como qué ropa vestir, hasta las más trascendentales como cambiar de trabajo, elegir una vivienda o acabar con una relación. Cuando tomamos una decisión confiamos en haber elegido el camino correcto. Sin embargo, la velocidad con la que decidimos puede echar por tierra este objetivo. Así lo dice la ciencia.
Un reciente estudio, liderado por un equipo de matemáticos de la Universidad de Utah, ha revelado que las decisiones rápidas o impulsivas son las más propensas a estar influenciadas por los sesgos cognitivos, lo que incrementa el riesgo de errores. Por otro lado, las decisiones más meditadas, aquellas que se toman con más tiempo y reflexión, tienden a basarse en una mayor cantidad de información y evidencia, lo que las hace más precisas. Veamos por qué.
¿Qué son los sesgos cognitivos?
Los sesgos cognitivos son atajos mentales o patrones de pensamiento que el cerebro utiliza para simplificar la toma de decisiones. Aunque estos sesgos pueden ser útiles en situaciones donde se necesita una respuesta rápida, a menudo conducen a errores de juicio porque distorsionan la realidad y nos hacen actuar, a veces, de manera irracional. Tomemos como ejemplo el sesgo de confirmación. En este, tenemos a buscar y dar más peso a la información que confirma nuestras creencias preexistentes. Por ejemplo, si creemos firmemente en una ideología política, buscaremos todo tipo de noticias que la confirmen y a la hora de tomar decisiones, obviaremos lo demás.
Otro sesgo cognitivo es el efecto de anclaje, debido al cual dependemos en exceso de la primera información que recibimos al tomar una decisión. Por ejemplo, imagina que entras a una tienda y ves un abrigo que originalmente cuesta 500 euros, pero está en oferta por 300. El precio original de 500 actúa como un ancla, haciendo que los 300 parezcan una gran oferta, incluso si el abrigo no vale realmente esa cantidad o si tú no fueras a pagar ese dineral. El ancla inicial (el precio más alto) influencia tu percepción del valor del abrigo y tomarás una decisión que quizá no es la que más te guste si después la meditas.
Estos sesgos están presentes en todas las personas, independientemente de su inteligencia o experiencia, y pueden influir de manera significativa en la forma en que tomamos decisiones, especialmente cuando estas decisiones se toman rápidamente y sin suficiente reflexión.
Los sesgos cognitivos vistos por las matemáticas
El estudio, publicado en la revista Physical Review E, fue liderado por el Dr. Sean Lawley, profesor asociado de matemáticas en la Universidad de Utah, junto con varios estudiantes de posgrado. El equipo utilizó modelos matemáticos para analizar cómo los sesgos cognitivos de los individuos, denominados «agentes» en el estudio, influyen en el orden y la precisión de las decisiones dentro de un grupo. El propósito del estudio era investigar en qué medida una decisión está determinada por la predisposición inicial de un agente, es decir, sus creencias o inclinaciones previas, en lugar de estar basada en la evidencia que se acumula durante el proceso de toma de decisiones. En otras palabras, querían entender hasta qué punto las decisiones son guiadas por prejuicios personales frente a datos objetivos.
El equipo se basó en el ‘modelo de difusión de deriva’, una teoría bien establecida en psicología que describe cómo las personas toman decisiones basadas en la acumulación de evidencia a lo largo del tiempo. Este modelo, que supone que los agentes actúan de manera independiente y racional, permitió a los investigadores observar cómo los individuos con sesgos cognitivos más fuertes son los primeros en tomar decisiones, y cómo estos juicios rápidos suelen estar alineados con sus prejuicios, independientemente de la realidad.
La importancia de tomar decisiones meditadas
En situaciones donde se requiere una respuesta inmediata, como en una emergencia, es comprensible que las decisiones se tomen de manera impulsiva o, simplemente, rápida porque se requiere así. Sin embargo, esto también puede conducir a errores o a conclusiones incorrectas.
Las decisiones, incluso las que se tienen que tomar rápido, siempre deben estar meditadas. De ahí que en los entornos médicos o catástrofes existan los protocolos de actuación.
El estudio vio, de hecho, que cuando las decisiones son meditadas, y se toman después de un análisis más profundo y una deliberación cuidadosa, permiten a las personas considerar una gama más amplia de información y minimizar el impacto de estos sesgos. Como resultado, este tipo de decisiones tiende a ser más acertado.
Cinco claves para tomar mejores decisiones
Si bien es cierto que los sesgos cognitivos pueden influir negativamente en la toma de decisiones, hay estrategias que podemos seguir para minimizar su impacto y tomar mejores decisiones:
. La prisa es enemiga de la precisión. Siempre que sea posible, evita tomar decisiones impulsivas. Permítete un tiempo adecuado para reflexionar y considerar todas las opciones disponibles.
Busca múltiples perspectivas. No te limites a la primera información que encuentres. Busca diferentes puntos de vista y cuestiona tus propias suposiciones. Esto te ayudará a evitar el sesgo de confirmación.
Considera las consecuencias. Antes de decidir, piensa en las posibles repercusiones de tu elección. Este ejercicio te permitirá evaluar mejor los riesgos y beneficios de cada opción.
Recoge y analiza datos. Cuanta más información tengas, mejor será tu decisión. Asegúrate de basar tus elecciones en datos concretos y no solo en intuiciones o corazonadas.
Cuestiona tus sesgos. Sé consciente de que todos tenemos sesgos cognitivos. Identificar tus propios sesgos es el primer paso para mitigarlos. Pregúntate si tu decisión está siendo influenciada por prejuicios o suposiciones no verificad
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