Todo me es lícito, pero no todo conviene, dice el Espíritu Santo a través del apostol Pablo, en la Biblia.
Leyendo la Palabra de Dios en el libro de Los Reyes, vemos una gran ilustración acerca de esto, y dice así: ¨Al ver que los hijos del profeta Samuel y último juez de Israel no eran idóneos, los israelitas le dicen, “Danos un rey para que nos juzgue, como todas las naciones”. Esta solicitud no le agrada a Samuel, quien le advierte al pueblo que los reyes ponen grandes cargas sobre las naciones y les dice, “Así será el proceder del rey que reinará sobre vosotros: tomará a vuestros hijos, los pondrá a su servicio en sus carros y entre su gente de a caballo, y correrán delante de sus carros. Nombrará para su servicio comandantes de mil y de cincuenta, y a otros para labrar sus campos y recoger sus cosechas, y hacer sus armas de guerra y pertrechos para sus carros. Tomará también a vuestras hijas para perfumistas, cocineras y panaderas. Tomará lo mejor de vuestros campos, de vuestros viñedos y de vuestros olivares y los dará a sus siervos”. De hecho, los reyes fueron tan voraces que eventualmente el pueblo clama a Dios para que los salve de ellos.
El Señor decide permitir que el pueblo escoja su forma de gobierno y le dice a Samuel, “Escucha la voz del pueblo en cuanto a todo lo que te digan, pues no te han desechado a ti, sino que me han desechado a mí para que no sea rey sobre ellos”. Habían decidido rechazar al Dios que había caminado con ellos y los salvó de la esclavitud y le había mostrado de una y mil manera su poder. El Señor ya sabía lo que vendría con esta decisión, pero los dejó libre y en su misericordia no los abandonó, pero vieron las consecuencias.
Es importante saber que Dios trabaja con sus hijos en donde estos se encuentren; aún si no pueden seguir su camino más alto, él traza uno más bajo. Cuando no responden a sus propósitos de bien o cuando se dejan llevar hacia la anarquía, él provee los medios, a veces de los gobernadores terrenales, o de instituciones que no forman parte de su propósito eterno para enseñarles, y uno de los ejemplos más claros lo fue los reyes de Israel.
Amo a mi Dios porque es tan justo, nada nos acontece que no haya alertado antes, el mundo vive las consecuencias de sus decisiones, en todos los órdenes. Hasta caundo somos víctimas de catástrofes naturales, que tanto nos duelen, muchos quieren culpar a Dios, !pero son tantos los factores naturales y por la toma de decisiones de los hombres que intervienen en las mismas!
A modo de ejemplo, muchas veces, sin que necesariamente la gran mayoría lo sepa, lamentablemente, nuestras ciudades están asentadas en lugares marcados por ciertas fallas que de tiempo en tiempo harán su ciclo, y no solo vivimos en esos asentamientos, sino que se construyen inapropiadamente, otras están ubicadas en lugares bajos donde las aguas con anterioridad permanecían y de pronto vuelven y viene la destrucción, ni que decir de las consecuencias que estamos viviendo ante el cambio climático, que tiene una alta cuota en los desastres naturales por la equivocada huella del hombre, frente al cuidado del medioambiente.
Así también funciona nuestra vida espiritual, Dios advierte sobre las consecuencias del pecado, pero decidimos seguir otro camino, o nos dejamos influenciar por otros y sufrimos las consecuencias. Dice el Señor a través del profeta Oseas, ¨Mi pueblo perece por falta de conocimiento¨ , una gran verdad, porque muchos, ni siquiera les interesa conocerlo.
Dios nos dio libertad de elegir, y aún sobre nuestras equivocaciones está presto a ayudarnos, para que a través de las adversidades maduremos y nos fortalezcamos, evitándonos caer totalmente derrotados, esto en la vida secular, pero aún más en el orden espiritual, en esa guerra que muchos no alcanzan a entender y que a través del sacrificio de Jesucristo en la cruz, ya se obtuvo la victoria, pero también está en nosotros aceptar su intersección y redención, o no.
Pidamos a Dios el tomar sabias decisiones, escudriñemos su Palabra en la Biblia para tener bases sólidas a la hora de tomarlas, estemos totalmente aunados a la trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y entonces empezaremos a tener una vida con propósito, sin fluctuaciones, sin contaminaciones, con retos pero con la ayuda necesaria para enfrentarlos y el temor reverente y amor a Dios nos permitirá crecer en todos los ámbitos de nuestras vidas.
No temas, Yo estoy contigo, dice el Señor y Dios.