Lo que más me preocupa de lo que está pasando no es la crisis en sí, sino la falta de mediadores confiables para resolverla.
La Organización de Estados Americanos (OEA) es uno de los mediadores sugeridos, pero lejos de ser un árbitro imparcial, ha demostrado un completo servilismo a los intereses de los Estados Unidos. Así lo hizo aquí en 1965, así lo hizo en Bolivia hace unos meses, y así lo ha hecho durante toda su nefasta existencia.
La OEA ha validado brutales dictaduras en América Latina y ha sido cómplice del derrocamiento de muchas de nuestras democracias. Lo siento, pero al ratón no se le pone a cuidar el queso.
Por su lado, el Consejo Económico y Social (otro de los nominados) es un organismo ligado al Poder Ejecutivo (Danilo Medina). Además está integrado, en buena parte, por los mismos que integraron la comisión que investigó Punta Catalina, y que rindió un informe totalmente complaciente con el gobierno.
Tenemos que ser muy cuidadosos con los mediadores que se están buscando. El horno no está para galletitas.
El país está como una olla de presión con la válvula tapada: por afuera se ve tranquila, pero que por dentro va acumulando presión. Este pueblo resiste mucho, pero cuando explota lo hace con fuerza.
La prudencia debe imperar, deben buscarse personas y entidades que den confianza y credibilidad. El gobierno (es decir, el PLD), debe dejar de apretar la tuerca, porque la rosca ya no coge más vueltas, y si se rompe, aunque no lo crean, ellos serán los más perjudicados.
Mientras tanto: esperemos lo mejor, pero preparémosnos para lo peor.