España: ¿se lava las manos?

España: ¿se lava las manos?

España: ¿se lava las manos?

Alex Ferreras

“España es el país más anormal de Europa”. Tan lapidaria oración salió de los labios, no de uno de los más antiguos grandes enemigos de ese país en el pasado, como lo fue Francia, o más aún, de su archienemiga de antaño, Inglaterra, o de boca de una figura de talla mundial que resulte antagonizar con la otrora Madre Patria. No.

La pronunció una de sus inteligencias superiores, don José Ortega y Gasset, en un momento en que esta escaseaba frente a la grave crisis política y social que vivió idéntica nación tras haber perdido sus antiguas colonias de Cuba, Puerto Rico y Filipinas en 1898, expresada en una de sus obras con un título igual de cruel y descarnado, el de la “España invertebrada” (1922).

¿A qué viene que el Centro Cultural de España en la RD celebre el “Festival afrodescendientes hoy”, a no ser que lo haga, además de responder a una nueva versión de poder neocolonialista, como forma de lavarse las manos delante del legado que nos dejara su país cifrado en su lengua en la historia de la cultura dominicana?: “Cosas veredes, Sancho, que farán fablar las piedras”.

Los rasgos predominantes del África ancestral en la fisonomía del grueso de los dominicanos son tan obvios que hay orangutanes del pensamiento multicultural y multiétnico, sin embargo, que pretenden atribuir la esencia de una cultura al color de la piel, y no a la lengua, como agudamente afirmara otro de los más preclaros pensadores de España, don Miguel de Unamuno, cuando dijo una vez que “El ser del hombre es la lengua”.

Lo que más mueve a curiosidad en toda esta farsa –detrás de la cual deben entretejerse los planes unificadores de la RD con su país vecino– es que no haya sido la vanguardista y campeona Francia del lema Libertad, Igualdad y Fraternidad –lo mismo para los franceses de la metrópolis como los de sus posesiones de ultramar– la que promueva tan singular espectáculo, sino la de la tradición militarista, guerrerista y de espíritu castrante, inquisidor y medularmente racista, sí, racista, como lo es España, en su cuota de “culto multiétnico y multicultural” al globalismo, un “culto”, que bien podría, quizás, lucirle mejor si reivindicara a la RD por haberla abandonado a su suerte en el período de la España Boba y en el Tratado de Basilea, para nuestro Pedro Henríquez Ureña, recibido “con dolor de los naturales y llanto de poetas”.

Un Calibán y un “loro que habla”, como el que estas líneas emborronan, se complacen en reírse a mandíbula batiente de la amena y curiosa demostración del poder cultural de la embajada de un país en una de sus antiguas colonias, expresión de remordimientos de conciencia de exizquierdistas con un sentimiento de mea culpa por los desmanes perpetrados por su antiguo imperio en sus colonias de otras épocas.

Y para seguir en el reino de este mundo, en un próximo artículo analizaré el texto de las maniobras de oenegés locales y foráneas que nos presentan la figura de un Haití jocoso, simpaticón, solidario y artístico en las redes sociales.



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