¡Esos chinos!

¡Esos chinos!

¡Esos chinos!

Rafael Molina Morillo, director de El Día

He tenido el privilegio de visitar Taiwán tres veces y a China Continental una vez, todas por invitaciones de sus respectivos gobiernos.

En cada una de esas ocasiones he aprendido mucho sobre el significado de la ética en aquellas culturas milenarias y su rígida tabla de valores, respetada tanto en una China como en la otra, en las cuales se percibe que hay plena conciencia de que la corrupción es un mal que debe ser combatido drásticamente en todos los niveles sociales.

Recientemente leí la noticia de que en la República Popular de China el jefe del gobierno había destituido a varios altos jerarcas del sistema, porque distrajeron algún dinero de las arcas públicas. Estoy seguro de que además de la destitución de los culpables hubo severas sanciones, sin excluir una buena temporada tras las rejas.

¿Y nosotros, qué hacemos con la corrupción? Prácticamente nada. Lo peor de todo es que nos estamos acostumbrando a vivir con ella. Peor aún, el que no roba, no estafa, no engaña o no miente es un tonto, un estúpido, un zángano, un bueno para nada.
La oportunidad no puede ser mejor para el presidente Danilo Medina casarse con la gloria.

No le sería difícil identificar a los corruptos en la administración pública, porque todo el mundo sabe dónde están y quiénes son. Si es verdad que Danilo respeta la Constitución y no busca hacer chanchullos para reelegirse, está ahora en el mejor momento para lucirse y ganarse el respeto y la admiración de todos.

¿Qué algunos “amigos” se van a disgustar? Problema de ellos
Manos a la obra, Danilo. No le des más largas al asunto. Lo que nunca se ha hecho espera por tí.



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