Rafael Molina Morillo, director de El Día
En mi época de estudiante una de las asignaturas que más me gustaba era la Geografía. Alardeaba de ser capaz de recitar de memoria todos –o casi todos- los países del mundo y sus capitales, así como sus ríos y principales montañas.
Hoy las cosas son diferentes. Las guerras han cambiado el mapa del planeta y el surgimiento de nuevos Estados establece fronteras que antes no existían. Ya no es tan fácil memorizar todos los nombres de países y ciudades, como ocurría en el pasado.
En estos días he experimentado una sensación de derrota porque no supe –lo confieso- donde quedaba el país frente al cual tuvo que enfrentarse el equipo dominicano de basquetbol en su último juego, que dicho sea de paso, acaba de realizar una magnífica labor en el campeonato, a pesar de haber perdido su juego decisivo.
¿Eslovenia?, me pregunté, sin encontrar respuesta. Sí, Eslovenia. ¿Acaso por el mar Báltico? No, esos son otros. Tuve que recurrir a mi amigo míster Google, quien me sacó de dudas enseñándome que se trata de una nación nueva hija de la atomización de la región europea de los Balcanes.
Aprendí que Eslovenia tiene tan sólo dos millones y medio de habitantes, pero que juegan muy buen basquetbol. ¿Y dónde diablos aprendió esa gente a jugar ese deporte?
Invito a mis leales lectores a visitar a Google y aprender más cosas sobre Eslovenia, no vaya a ser cosa de que al oír ese nombre alguien se le ocurra preguntar si viene para el Licey o el Escogido, o con qué se come eso.
